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El ancho del haz para este tipo de antenas, se puede calcular de la
siguiente expresión:
β
λ
=
K
58
D
grados . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . (3-9)
donde
β
es el ancho del haz entre los puntos de media potencia.
D
es el diámetro de apertura en unidades de
λ
.
K
= 1 para una perfecta iluminación uniforme.
La apertura comprende el área del círculo exterior de la parábola,
mientras que la iluminación es el área útil para la recepción o transmisión
de energía electromagnética.
La ganancia de la antena parabólica se calcula a partir de
G a = 10 log
4 A
⋅
π η
λ
2
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . (3-10)
donde
A
es el área del reflector,
η
es la eficiencia del reflector.
Los materiales más comunmente empleados para la fabricación de los
reflectores parabólicos son:
a) Metal troquelado,
b) Fibra de vidrio (fibra epóxica con una capa intermedia de aluminio
pulverizado),
c) Rejilla de alambre.
Otra forma de recibir o proyectar la energía electromagnética usando
un reflector parabólico, es emplear la alimentación Cassegrain (en honor a
su inventor) que consiste en colocar la corneta radiadora en el centro de la
parábola y su energía se dirige hacia otro pequeño reflector hiperbólico
(ubicado en el punto focal) el cual refleja dicha energía hacia el reflector
parabólico cuyo objetivo es radiar la energía electromagnética hacia un
receptor distante. En la figura 3-21 se tiene un esquema simplificado de
este tipo de configuración.
Debido a que se mejora el nivel de señal recibida con respecto al
ruido, la configuración Cassegrain ha tenido buena aceptación en los
sistemas de comunicación que emplean reflectores parabólicos.