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elementos identificadores por excelencia de la anti-
ciudad y la antiutopia con el objetivo de incorporarlos
a la ciudad tanto en lo que representan de patrimonio
cultural, como en su dimension de piezas que nos
ayuden como referencias a vertebrar y cohesionar la
nueva identidad de lo “ciudadano” en su nueva escala.
Tras los primeros grandes tratados de Arquitectu-
ra renacentista de la segunda mitad del siglo XV, y
por lo tanto anteriores a la arribada de Colon a las
costas americanas, ejemplificados en las obras de
Alberti (De re Aedificatoria. 1430-1485), Filarete (Li-
bro Architettonico.1465), Giorgio Martini (Trattati di
architettura,ingegnieria e arte militare. 1476-1480) y
los esplendidos trabajos de Leonardo da Vinci para
Milán (1487-1490), el texto de “La Utopia” de Tomas
Moro (1516) resulta ser el final de una etapa y el
principio de una época. “ La Utopia” de Moro pone
fin a una epoca, la segunda mitad del siglo XV, que
habia sido especialmente fructífera en sus refinadas
teorizaciones sobre la ciudad.
Con Alberti se habia inaugurado una reflexion
sobre la ciudad “como una gran casa” en la que la
arquitectura, a partir de la indagación tipológica se
convierte en un fenómeno urbano, destinada a
“la
racionalizacion critica de los tejidos poliestratificados
de la ciudad medieval”
. La reflexion sobre sus ele-
mentos, las relaciones entre ellos, sus proporciones,
en palabras de Tafuri
“la aceptación de la dialectica
entre edificio singular(…) y la ciudad ”.
Y la posibilidad de transformar la ciudad era
real. Profundamente real: las experiencias pictóricas
permitieron pre-visualizar a través de la perspectiva
las nuevas imágenes del espacio urbano renacen-
tista. La arquitectura a través del proyecto permitió
“ver” y habitar los nuevos espacios, fragmentos ur-
banos excepcionales (Pienza, Urbino).
“La crisis interviene cuando entre las posibilidades
abiertas por los nuevos instrumentos culturales y po-
liticos y las concretas iniciativas del poder se crea
una desviación, un desencuentro, que los intelectua-
les registran con aprension.
Ee en este punto cuando la integración entre intelec-
tuales y promotores entra en crisis cuando nace la
actitud utópica, cuando la cultura descubre su propia
vocacion critica.
(…) La racionalizacion critica llevada a cabo a nivel
de sector y sobre la base de una serie de mecanis-
mos especulativos de acumulación privada, no de-
sea proponerse como modelo generalizable a toda
la ciudad (…) las esquematicas cuadriculas y las
organizaciones espaciales que se abren en su cen-
tro en el nuevo Mexico, en Santiago de Cuba , …
reducen la ciudad a un mero soporte estructural tan
disponible como privado de forma: tambien en el as-
pecto urbanistico el prestigio intelectual de la forma
es anulado en los paises coloniales, a favor de la
despiadada logica de la explotacion”
Se inician asi “las utopias del reformismo social, en
las que diversos autores (Moro-1516, Agostini-1533,
Doni-1552, Patrizi-1553, Andreae-1619, Campanella
(1643) que son testimonio de un profundo escepti-
cismo sobre el posible papel “progresista” del inte-
lectual europeo”.
A lo largo de los siglos reflexionaran sobre la ne-
cesidad de elaborar propuestas de transformación so-
cial que no se plantean como inmediatas: En ellas se
establece una estrecha relacion entre forma urbana-
sociedad urbana, entre ciudad ideal-sociedad ideal
que a partir del siglo XVI tendrá una veta inagotable
de creaciones en literatura, arquitectura y urbanismo.
El XVI será un tiempo en que la ciudad como
objeto de reflexion teorica, como “objeto de
proyecto” va desapareciendo de la literatu-
ra especializada, de los tratados de arquitectura.
Asi, y de acuerdo con Tafuri, “…
el divorcio entre inte-
lectual y poder”
se manifiesta en la marginacion de las
2 Más adelante detallaremos los prin-
cipales caminos incluidos en este tramo.
3 Como ejemplo sobresaliente que da
idea de este rico patrimonio, se encuen-
tra el enorme sitio arqueológico del Mau-
soleo del emperador Quin Shihuang (259
a.C.- 206 a.C.), donde las excavaciones
de los famosos “Guerreros de Terracota”
son conocidos y celebrados mundialmen-
te, inscritos en la Lista del Patrimonio
Mundial desde 1987.