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relaciones socioeconómicas que harán que un sec-
tor minoritario pero cualificado de la sociedad civil
emerja en el espacio urbano con nuevas formas que
dejaran su impronta en el paisaje urbano coruñés.
Se redactan auténticos “proyectos urbanos” que
muestran el germen del nacimiento de la urbanística
como disciplina mas allá del proyecto de arquitectura
o de grandes infraestructuras de ingeniería militar.
Alrededor de edificios institucionales (Capitanía-
Ayuntamiento, Aduana, Consulado) se proyectan
ámbitos espaciales con voluntad política, intenciona-
lidad proyectual y la programación técnica necesaria
para dotarlos de una “forma urbana” completa. Son
ejemplos paradigmáticos de una voluntad de confi-
gurar una nueva imagen dignificadora de la escena
urbana, generadora de nuevas áreas de centralidad
a partir de una idea de ciudad “policéntrica” en la
que, simultáneamente, se está a hacer explicita una
nueva formalizacion de la relación ciudad-naturaleza.
Es también el momento de una nueva relación
ciudad-historia a través del “redescubrimien-
to” de la Torre de hercules, el antiguo Faro Ro-
mano, y su toma en consideración como monu-
mento con su impecable restauración (Eustaquio
Giannini,1790) y de la nueva mirada ilustrada (Cor-
nide Saavedra,1792) que sobre ella se proyecta.
En el interior se inician actuaciones urbanisticas
complejas en las que la ciudad se proyecta sobre
la ciudad : Los Proyectos de Regularización de
una Plaza en la Ciudad Vieja (1779) el Conjunto
Plaza de la Aduana-Casas de Paredes (1780), y el
Proyecto de la Plaza del Consulado (1789) supe-
ran la visión tradicional de disposición de un edifi-
cio en el espacio urbano o el tratamiento estricta-
mente infraestructural. Los nuevos fragmentos se
extienden sobre amplios ámbitos espaciales con
el objetivo de su regularizacion, formalizacion y
creacion de nuevos polos de centralidad urbana.
El proyecto urbano Plaza de la Aduana-Casas de Pa-
redes (Pedro Martín Zermeño,1779) sito en la Pesca-
dería es el gran ejemplo de esta nueva actitud. Con él
se inicia el proceso de desplazamiento de los “espa-
cios del poder” de la ciudad al arrabal marinero, pro-
ceso que no finalizará hasta la segundamitad del XIX.
En el siglo XVIII, se explicita una nueva relación
entre el artificio y la naturaleza. Hay un descubri-
miento de la capacidad de los edificios como ele-
mentos de definición de “paisajes”: el control de la
forma urbana con el objetivo de la búsqueda desde
el proyecto de una relación precisa entre objeto y
paisaje se presenta como uno de los grandes lo-
gros de la ciudad de la segunda mitad del siglo XVIII.
Y lo que no es menos importante: el fragmen-
to urbano que se proyecta ocupa en gran par-
te los terrenos de la muralla de mar que some-
tidos a la jurisdiccion militar son “desamortiza-
dos” y vendidos a comerciantes particulares
después de la definicion de los nuevos solares.
Es en coherencia con esta nueva sensibilidad en A
Coruña como se proyecta un nuevo fragmento resi-
dencial de 300 metros de longitud entorno a un edifi-
cio publico institucional (Aduana): Con toda precisión
se procede a la parcelación de los terrenos ocupa-
dos por el talud y el paseo de la muralla de mar y a
la identificación y dibujo de todos los parámetros de
incidencia en la definición de lo público (alineacio-
nes, rasantes, porches, alturas, volumen, fachada a
escala del detalle, materiales, decoracion…) con el
objeto de crear una escenografía teatral que dote a
la ciudad de una imagen, de una “vista” ordenada,
equilibrada, armoniosa, en fin, ilustrada, tras de la
que quedaría oculta la “espontaneidad” e irregulari-
dades del paisaje del arrabal. Sobre las fragmenta-
das y reducidas manzanas de borde en las que se
disponía el viejo caserio de pescadores y al calor de
la Aduana el viejo Camino Real pasa a convertirse
6 Conjunto de monumentos en forma
de torre, considerados relicarios por el
Budismo, de tamaño variable. En china
devinieron “pagodas”.