Nuevos materiales y diseño
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el
futuro de
los
productos
De entrada, una de las tendencias más interesantes
en cuanto a los nuevos productos, es la gradual des-
materialización que refleja una tendencia evidente
también en otros campos: hacer más con menos, lo
que, a fin de cuentas es convergente con el concepto
del buen diseño, ya de alguna manera esbozado por
el Bauhaus que privilegiaba la depuración de la for-
ma resultante de la satisfacción de una función con
economía y elegancia:
form follows function o beauty
is fitness expressed
, en dónde
fitness
, se sobreentien-
de, significa adecuación con economía.
En esa lógica convergen hoy en día un mejor cono-
cimiento de la relación forma-estructura o forma-
función con la optimización, en términos de desem-
peño, de los materiales tradicionales. Un ejemplo de
esto en el campo de la arquitectura es el desarrollo
de lo que se conoce como vigas inteligentes que lo-
gran un mejor desempeño gracias a una importante
reducción de la cantidad del material que las com-
ponen, con base en una red de huecos hexagonales
o circulares que, al reducir el peso muerto de la viga,
optimizan su resistencia a la flexión y le permiten cu-
brir claros más grandes.
Esto recuerda lo que decía Robert Le Ricolais en el
sentido que “la construcción es el arte de diseñar
huecos”. Hacer más con menos material, menos ener-
gía, menos costos, directos e indirectos, como el del
impacto al ambiente, resolver el problema de la reab-
sorción o reciclado del producto, una vez concluido
su ciclo útil, es lo menos que podemos esperar de los
nuevos planteamientos de diseño, incluso desde la
perspectiva del consumidor, cada vez conmayor con-
ciencia de su parte de responsabilidad ambiental.
Y en cuanto al impacto sobre el ambiente, el reto
está en proponer productos que duren más, o, por el
contrario, que se degraden a mayor velocidad, con-
ceptos aparentemente contradictorios pero que en
realidad son los dos extremos de la misma proble-
mática, dos soluciones que tienden hacia el mismo
objetivo: minimizar el daño al medio-ambiente, tan-
to a nivel de la extracción de recursos y su eventual
agotamiento, como a nivel de facilitar la reabsorción
y/o reaprovechamiento de lo ya inútil y obsoleto.
En este sentido hemos visto la reaparición de mate-
riales que solíamos considerar de poco valor de uso
como el papel y el cartón, que actualmente nos son
repropuestos mejorados, gracias a una serie de tra-
tamientos que los hace resistentes a la humedad o
al fuego y que les permite entonces solucionar una
gama de problemáticas de diseño, a un costo muy
reducido. Por ejemplo, el cartón corrugado, antes
reservado al empaque y embalaje es, desde hace ya
algunos años, un material con el que se producen
cada vez más muebles de bajo costo y razonable va-
lor de uso y durabilidad, sobre todo en Europa.
En Francia se han desarrollado variedades de cartón
corrugado resistentes al fuego para aplicaciones en
ductos de ventilación, y otras, más resistentes para
generar superficies paletizables de bajo costo para
montacargas, sistemas de estiba, etc.
Nos podría parecer que este tipo de materiales no se
ajusta a nuestras expectativas de productos porque
los consideramos efímeros, pero ¿porqué plantearse
objetos que duren 120 años o más cuando nosotros
mismos no superamos, en promedio los ochenta
y cinco? En algunos casos, sobre todo en cuanto a
bienes supraindividuales, el planteamiento debe ser
el opuesto: objetos que pasen de una generación a
otra, como las construcciones arquitectónicas y las
obras de ingeniería dónde quizá el enfoque de di-
seño tendría que considerar la maximización de la
durabilidad así como la minimización de los costos
de mantenimiento y conservación.