Felipe Sánchez Reyes
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I.
LOS VENEROS DEL PETRÓLEO EL DIABLO
: LAS PRIMERAS
CHAPOPOTERAS 1901-1908
Originalmente el petróleo en México, acumulado por las filtracio-
nes subterráneas, se halla en los depósitos superficiales de “cha-
popotli”, “especie de betún oloroso” que se usa no sólo para la
elaboración de figurillas de arcilla y ungüentos medicinales “como
el incienso”, sino también para que “las mujeres se laven los dien-
tes”, afirma Remi Siméon
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. Sin embargo, a mediados del siglo
XIX
en los Estados Unidos, el petróleo se convierte en una sustancia
comercial, como iluminante, lubricante y combustible. Allí comien-
za la era del petróleo, se comercializa el crudo y sus derivados, se
le explota y se le produce a través de la perforación de pozos.
En esta primera etapa, el escritor Puig Casauranc afirma en su
novela que antes de la extracción del petróleo, existe un primer
intento en nuestro país que no fructifica: “Después de los fracasos
relativos del doctor Autrey, en Furbero, cerca de Papantla, en que
se obtuvo petróleo y aún se refinó, pero no en cantidad comercial
para permitir su explotación, la Huasteca veracruzana se había
abandonado prácticamente, desde 1872, año en que se realizaron
los trabajos meritísimos del doctor Autrey”.
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El doctor Adolfo Autrey, de origen irlandés, instala en Papan
tla una pequeña refinería artesanal que produce algunos galones
de queroseno, transportado a lomo de mulas, y que vende en los
mercados locales. Pero como no logra su propósito de explotarlo,
porque se le presenta el problema del transporte, desiste de su
empresa y continúa su labor como médico.
Antes de que lleguen los extranjeros y que realicen las prime-
ras extracciones y explotación del petróleo en los albores del siglo
veinte, la población rural vive en la pobreza, pero tranquila con su
familia en el campo, como lo reflejan las obras de Icaza y Monter-
de: “Panchito, ‘de subido color’, vivía en la rica y calurosa Huaste-
ca. Se ganaba un mísero pasar en Tepetate […] no tenía bien al-
guno […] Su padre le había dejado unas tierritas, pero no
producían nada. Ninguna semilla fructificaba en sus landas ne-
6
Siméon, Remi,
Diccionario de la lengua Náhuatl
, p. 92.
7
Puig Casauranc, José Manuel,
La hermana impura
, p. 32.
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