P R O L O G O
l'risi'illa Co n n o l l y
Lan transcurrido más de cuatro anos desde
aquella mañana cuando tembló, como nunca untes,
en el corazón de la Ciudad de México. Después de
los primeros días de dolor y polvo, de las intensas
tareas de rescate de vidas humanas, siguieron las
semanas de emergencia; se mobilizaron los damnifi–
cados y amplios sectores de la sociedad se incor–
poraron a las labores de ayuda. Se empezó a dar
cuenta de la destrueeión, a ia ve/ ijuí- se pusieron
de manifiesto nuevas actitudes y cí)mporl;imienlos
de la ciudadanía; se decía c|ue la tÜudad nunca
wü-
vería a ser la misma. Durante l
'ÍÍWi
y I'>S7, los pro–
gramas de reconstrucción repusieron buena parle
de hi perdido, y lo que falta está en proceso. Apa–
rentemente, las cosas han vuelto a la normalidad,
lis lu>ra de [ireguntar
U\í\C
ha nucdiulo del tem–
blor? y, espteialmenic,
<.4
|ué h.in dejado los
|iroce
.sos de rescate
y
recunstruceíóii?
li] grueso de los edificios que conforman la
ciudad son viviendas; la mayor parte de las vivien–
das en el centro de ta ciudad son construcciones
antiguas, alquiladas a muchas familias de bajos in–
gresos y a diversos tenderos, artesanos y alguno que
otro profesioni.sta. Son éstos, los habitantes de los
barrios centrales, los más afectados por el sismo.
Desde sus campamentos improvisados en las calles,
desde las marchas masivas, y desde sus organizacio–
nes cada
vez
más articuladas, reclamaron una aten–
ción especial del gobierno para la reposición de sus
viviendas; y no de cualquiera vivienda en cualquiera
paite, sino a un precio accesible > en el mismo lu–
gar. Reclamaron también parliei|)ar en his solucio–
nes, al igual i|uc lo hicieron los grupos protesiona
les, universitarios, de beneficiencia y otros, los que
en gran medida habían protagonizado las iiclivida-
des
de
rescate
y
de
emergencia.
l^a rcjiucsfij a esta situación tie parle tlel ( i o -
bicrno Capilalino fue la expropiación masiva de
predios en los barrios cenirales.
En
base a la ex–
propiación, se puso en marcha
un
programa de re–
construcción habítacional t|ue, sin dutia, está sin
paralelo a m\'el mundial. El carácter particular del
programa Renovación Habítacional Popular no
obedece solamente a las circunstancias excepciona–
les que lo propiciaron: un terremoto en el centro
de una gr.in metrópolis. Tampoco es inusitado el
alcance del programa aiinqui:, para un país
en
ple–
na crisis económii
'ii, no
es despreciable la con.slruc-
ción de alrededor de 4.í,(HKi viviendas en dos
afios:
eantitlad que representa un 15% adicional c<m res–
pecto al niiniero de viviemias financiadas por los
tlcm.'is orf
'..HiisiLHis
públicos hábilacioiíales en ese
l.ipsiv
Si>ii
olios I
l>s
aspetlos ttel [irogram:) que, a
iiueslro juitiu, euiistiluyeii vcitlatleros punios tic
niplura con l.is políticas halñtaeioiíales que se lian
venido inslrumenliintlo en México y en olrtts países.
Sin pretender ofrecer una lista exhaustiva, cimside-
ramos que Renovación Habilacional Popular efec–
tivamente planlea algunas divergencias con las tra–
yectorias viviendistas tradicionales, por las razones
siguientes.
En
primer plano, en la estrada desde la cual se
dirigen las demás instancias, está el hecho de que,
casi por vez primera en la historia de la política ha–
bilacional en México, Renovación Habilacional Po–
pular responde a demandas concretas de sus bene-
Ikiarios piileneiales. Las
]H
'lieioncs de los tlamnifi-
catlos pes
;iron,
|iriineri> cu la exi>ríipiación y. poste-
riormcrle,
en
el "t onvcnio tie Conterlación Demo-
crAlica p
.ir.i
la Reconstrucción", que estipuló las ba–
ses operacion.iles, financieras y Icenicas del pro–
grama. Así, la f);irl ieif>ación de los benelieiarios
tonstiliiyó un elemenio iniporlanU en el discurso y
lunilamenlos leples de Renovación Habilacional
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