Popular. No podríamos decir lo mismo con respec–
to a los príncipaJes organismos públicos de vivienda;
en el país, cuyos beneficiarios nada tuvieron qire
ver en su creación y organización operativa.
Otras car:icterfslicas fundamentales de Renova–
ción se derivan direclamcnte de los términos de la
expropiación. Esta medida, por .sj' sola, determina
quiénes iban a ser los beneficiarios del programa;
son lodos los residentes originales de los predios
expropiados. Así se eliminaron, o se redujeron sus-
tancialmentc, los casi siempre dudemos mecanismos-
de selección y, con ello, la posibilidad de que indi–
viduos u organizaciones intermediarias se capitali–
zaran pob'tico o económicamente a expensas del
bienestar de la población.
La expropiación también resolvió uno de los
problemas principales que enfrenlan los programas
habitacionales: el acceso al suelo con ubicación idó–
nea para usos habitacionales. Al mismo tiempo,
permitió dar solución a una de las principales de–
mandas de
\r»,
damnificados; la permanencia en sus
respectivos barrios. Olro aspeclo novedoso es la
extensión de li^s alcances del proj^rama u los arrcn-
talarios de ¡os locales comerciales en los jiredios
expropiados. Así, la pequeña industria y comercio;
también pudo conservar su ubicación céntrica y la
surtida red de clientela que ello implica; situación
muy diferente a los locales contcsionados o vendi–
dos en los tradicionales conjuntos habitacionales.
Debido al compromiso político de asegurar la
permanencia de los damnificados en sus barrios,
era imprescindible aplicar mecanismos fmancicros
que les fueran económicamente accesibles. Esla
obligación dio lugar a la introducción de varias no–
vedades en la materia. Primero, el subsidio efectivo
a los compradores necesariamente fue elevado: de
por lo menos un 50% del valor nominal del crédito
o precio de la viviendií, sin incluir el precio del te–
rreno. Esto ni) implica for/osamenlc, que cl nivel
del subsidia del programa en general haya sido ma–
yor que en otros sistemas de financiamicnto habila–
cional, cosa que, además, resultaría muy difícil pre–
cisar; pero sí se puede afirmar que la subvención
efectiva para los beneficiarios fue, en la mayoría de
los casos, lo suficiente para que pudieran acceder
al plan financiero del programa, En 250 casos dc;
insolvencia extrema por motivos de edad o incapa-
citación física, el programa se abrió a ivira modali–
dad novedosa: la utilización de fondos de donación
que asumieron los costos de financiamicnto corres–
pondientes.
De mayor relevancia como experiencia innova–
dora son las otras instancias en las que Renovación
Habitacional Popular combinó diversas fuentes de
financiamiento. En primer término, y con escasos
antecedentes en la política viviendisla en México, el
programa de reconstrucción habitacional se finan–
ció con créditos del Banco Mundial; éste aportó
las tres cuartas partes de la inversión elegible para
los créditos habitacionales, es decir, de los costos
directos directamente relacionados con la construc–
ción de las viviendas, sin incluir el suelo. Por otro
lado, en 130 predios expropiados, cuyos habitantes
optaron por no participar en el programa Renova–
ción Habilacional Popular, la reconstrucción de vi–
viendas se financió con fondos de organizaciones
no-gubernamentales.
Todas estas nuevas modali–
dades de concertación financiera se originaron en
la situación de emergencia provocada por los sis–
mos. Se han realizado nuevos convenios del Banco
Mundial con el Gobierno Mexicano para progra–
mas habitacionales, pero no hay razón alguna para
no continuar la colaboración con organizaciones
no-gubernamenlales en esta materia.
Al lado de las innovaciones financieras, Uw
compromisos establecidos por la expropiación, y
avalados en el Convenio de Concertación, impusie–
ron otras novedades en materia del diseño de las
viviendas. Realojar a la población en los mismos
predios irremediablemente impidió el Cumplimiento
del reglamento de construcción y las normas dc
plancación urbana vigentes. Entre otros rubros de
menor relevancia, las densidades en los proyectos
de Renovación son mayores que las permitidas, y
no se proporcionaron cajones de estacionamiento:
trabas reglamentarias que desde hace muchos años
habían obstaculizado la construcción de vivienda
popular en áreas céntricas. Ahora bien, una vez
abierta la posibilidad de que fuera la gente, no los
automóviles, la que ocuparía las plantas bajas de
los edificios, y frente a la limitación de altura por
el riesgo sísmico, el diseño de las viviendas necesa-
riamcnle se acercó a los patrones arquitectónicos
dc las construcciones anteriores.
Inclusive, por
aquella época se hablaba mucho dc las bondades
de la vecindad tradicional y de la importancia de
respetar los usos y coslumbres de los inquilinos. Si
Renovación cumplió o no con un hipotético objeti–
vo de diseño de recrear la vecindad tradicional es
cuestión aparte; lo cierto es que, la nueva vivienda
ofrece un cambio mucho menos abrupto que cual–
quier olro proyecto de vivienda publica en México.
En definitiva, mudarse a un departamento en cl se-
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