arrojados por cada modalidad
y
permitió corroborar la fuerte incidencia dc tales modalidades.
Por último, si bien los resultados del estudio se pre.scntan en los tapiluios correspondientes, existen cier–
tos aspectos de los mismos que vab le pena señalar a título introductorio.
En primer término, la muestra de informantes clave entrevistados permitió una comparación bastante
sistemática de los programas no gubernamentales. Y o diría que casi tan sistemática como la que permitieron
los resultados arrojados por la encuesta, a pesar de que el material brindado por las entrevistas no es suscepti–
ble de manipulación estadística.
La encuesta, por su parte, proporcionó elementos no sustituibles con el material de las entrevistas ni
mucho menos con !a información documental, en particular porque permitió recoger las opiniones de los
propios beneficiarios. Sin embargo, la realización de un número no muy grande de entrevistas individuales o
en grupo a vecinos hubiera proporcionado elementos para una evaluación más rica de la participación social
que hubieran complementado eo forma excelente los resultados de la encuesta.
En lo que respecta a las modahdades de obtención de los testimonios y narraciones de los actores involu–
crados en los procesos estudiados, es importante remarcar la necesidad de una capacidad, por parte de los
entrevisladores, para establecer un diálogo con los entrevistados. Tal capacidad no proviene de lo que podría–
mos denominar un "buen" entrevistador en general, sino del conocimiento que se tenga de las circunstancias y
dc los actores, así como de los códigos manejados por eslos. Eo tal senlido. Una sugerencia que debe remar–
carse es que el coordinador del estudio no debe limitarse a coordinar el trabajo de campo, sino que es
necesario que participe activamente en cl mismo. En esle caso realicé personalmente más de la tercera parte
de las entrevistas y, por supuesto, elaboré personalmente la encuesta, ajustándola a través de su aplicación
piloto y de la discusión dc la misma con colegas que conocían la problemática a estudiar.
En lo que respecta a los resultados sustantivos dc la evaluación realizada, es posible considerar que la
misma permitió dirimir con reialiva fuerza algunas cuestiones que son objeto dc controversia entre los espe–
cialistas en cl tema de la vivienda popular, los promotores de vivienda popular y las propias organizaciones
sociales. Entre ellas:
Primero: Si lo que se pretende obtener de la participación de los beneficiarios en programas
de vivienda es un aumento en la capacidad de acción colectiva y la promoción de la organiza–
ción popular, lo que debe garantizarse es la participación en la gestión, constituyendo en este
sentido un elemento subsidiario, que puede estar presente o no sin mayores consecuencias, la
llamada auloconstrucción. La cuestión reside por lo tanto en la autogestión y no en la utiliza–
ción dc la fuer/a de trabajo de los beneficiarios en la construcción de sus viviendas.
Segundo: La autoconstrucción n» reduce en general los costos de producción de la vivienda.
Tercero: La contratación de empresas privadas para la ejecución de las obras es compatible
con la participación social, la autogestión y las modalidades democráticas de organización y
gestión.
CuaiUl: El
Involucramiento de los beneficiarios directos en el control de los recursos garanti–
za en forma tanto o más eficiente su adecuada utilización que la centralización del control a
través de una instancia intermediaria entre la organización social de base y la orgamzación
canalizadora de recursos.
Quinto: Como contrapartida de lo anterior, la centralización en el control de los recursos
y
de la gestión puede derivar en una gestión excesivamente lenta e incluso en auténticos