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tratamiento de aguas servidas y basura; otras más
al aprovechamiento de las condiciones bioclimáti-
cas en las soluciones arquitectónicas, eliminando o
minimizando en lo posible, el consumo irracional de
agua, energéticos o recursos no renovables.
Concebidos como pequeños conjuntos urba-
nos, es decir, en el interior de estos recintos, los
internos realizan todas sus actividades como: habi-
tar, trabajar, recrearse y circular, de acuerdo con las
condiciones de control y vigilancia, así como las res-
tricciones de su condición de convictos (no hay que
olvidar que el objetivo de una prisión es mantener
confinados a los internos); por otro lado, el personal
de custodia, técnico, de servicio y abasto deben su-
jetarse a los horarios y normas de control de acceso
y salida; las visitas tienen fechas, horarios y lugares
específicos para entrevistarse y convivir intramuros
con sus familiares internos.
Estos proyectos deben ser versátiles, para que
se puedan adecuar fácilmente a las condiciones par-
ticulares físicas y de desarrollo socio-económico de
las diversas zonas del país; para su construcción,
se deberán considerar el uso de materiales y técni-
cas regionales de construcción con el propósito de
minimizar el impacto social y ambiental que inevita-
blemente generan este tipo de equipamientos. La
vida de las comunidades, que vivían en las ciudades
amuralladas o ciudades fortaleza, tenía cierta simi-
litud con la de los internos de una prisión, en este
caso el objetivo principal era la protección de los
ciudadanos, sus pertenencias y sus productos de
eventuales ladrones o piratas. A diferencia de una
prisión, la circulación de los habitantes en el interior
de una ciudad fortificación se daba con relativa liber-
tad; sin embargo, el acceso y salida de esta estaba
restringida y pasaba por estrictos controles, sobre
todo para personas ajenas a la comunidad residen-
te; los puestos de vigilancia sobre la muralla ponían
mayor énfasis en los puntos que se consideraban
más vulnerables, es decir, respondían a estrategias
militares de defensa.
En el caso de las penitenciarias, a diferencia
de las cárceles preventivas, deben estar ubicados en
extensas áreas preferentemente fuera de las zona
poblada, por requerir terrenos de grandes dimensio-
nes, muy difícil de encontrar en las ciudades, ade-
más del alto costo del suelo urbano; pero también,
para evitar efectos negativos en su relación con sec-
tores de la ciudad (desarrollos urbanos del crimen),
los centros de readaptación social (CERESO), debe-
rán estar relacionados con el área urbana mediante
vialidades y los sistemas necesarios que garanticen
la fluida comunicación e intercomunicación de estos
con aquellas.
Los predios destinados a este fin deberán ser
lo suficientemente amplios para contar con las zonas
de restricción, interiores y exteriores, que garanticen
la fácil detección de personas o comandos que pre-
tendan alcanzar la muralla. Las zonas de restricción
aseguran un espacio perimetral a partir de la muralla
para detectar y controlar cualquier acción que desde
el exterior o el interior pudiera representar un riesgo
de asedio y agresión o de intento de fuga. Éste es
un objetivo que comparten también las fortalezas,
principalmente cuando se trata de asedio desde el
exterior; en no pocas fortalezas la zona de restric-
ción o aislamiento se complementaba con un foso
que hacía más difícil alcanzar la muralla.
Para hacer una vigilancia más eficiente, sobre
la muralla se colocan torreones o torres de vigilan-
cia, en el caso de los reclusorios, estudiando las vi-
suales para que con el menor número de custodios
se pueda cubrir la mayor cantidad de área, buscando
que no queden “zonas ciegas u oscuras”; esto se lo-
gra mediante un análisis geométrico de las isópticas
sobre la planta de conjunto, considerando las alturas
SECCIÓN HOMBRES
SECCIÓN
MUJERES
SECCIÓN
GOBIERNO
Zona de restricción controlada
Zona de restricción media
Zona de estricta restricción
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