ción de emergencia vigente, cada tipo de problema
se atendió lo más pronto posible, sin que se tuviera
la disponibilidad de tiempo para plantear acciones
de conjunto. En segundo lugar, las reivindicaciones
dc la propia población afectada se plantearon dc
manera sectorial; los damnificados exigían atención
a sus necesidades específicas de vivienda, salud,
empico, educación, etc., por separado. En este
sentido, el "Proyecto Alternativo" integrado por
COPOSOR, no fue más que una preocupación dc
profesionistas, ya que no llegó a ser apropiada por
la base de las organizaciones de damnificados. En
tercer lugar, las fuentes dc financiamiento fueron
diferentes para cada uno de los problemas que se
atendían; los recursos para la vivienda fueron los
que se consiguieron en último término. Hubo una
deseoordinación técnica y política entre RHP y el
Departamento del Distrito Federal. Aunque la Jun–
ta de Gobierno de RH P tema como presidente
y
vice presidente, al titular del D.D.F. y de la SE–
D U E respectivamente, la gestión financiera dc!
programa ( F O N H A P O ) , así como sus muy fuertes
implicaciones políticas, dificultaban la coordinación
de acciones que un programa de "reordenamiento
urbano" hubiera implicado. Esta sittiación impidió
utilizar un instrumento de coordinación previsto
por la Ley de Desarrollo Urbano del Distrito Fede–
ral, a saber, la declaratoria dc "Zona de Mejora–
miento" y la elaboración dc un Programa Parcial
para la zona dañada j>or los sismos (articulo Htl de
la L.D.U.D.D.F.).
El enlistado anterior no es exhaustivo y conven–
dría que fuese ampliado y profundizado, en benefi–
cio de un mayor conocimiento de las limitaciones
y
de las condiciones de posibilidad, a futuro, dc un
programa dc renovación habilacional y de reorde–
namiento urbano para el centro de la Ciudad di
^t
Mexico.
Las implicaciones del Programa en cnattria de:
agua potable y drenaje
La Z E padecía, desde antes de los sismos de
septiembre dc 1985, problemas en materia dc dota–
ción de agua potable y de drenaje (Plano N" 4.1).
La red dc agua potable, a pesar dc su antigüedad,,
cubre la totalidad dc la ZE. Sin embargo, según el
censo de 1980, el servicio domiciliario no satisfacía
totalmente las necesidades dc las colonias popula->
res, dejando ^rt>ximadamcnte a 70,tKX) viviendas
sin
el servicio . El programa RH P contribuyó a
abatir sensiblemente este déficit. En efecto, el 39%
de las familias beneflciarias entrevistadas en la en–
cuesta de C E DUV declararon que no disponían de
agua potable dentro de su vivienda anterior. Si se
aplica este porcentaje a las 44,000 acciones progra–
madas, habrá alrededor de 17,00(1 familias benefi–
ciadas que untes no tenían el servicio de agua pota–
ble, I» que significa una disminución dc un 25% del
déficit rcgi.strado por el Censo de l'JÍW.
t)tro problema que se presentaba antes dc los
sismos cn la ZE era el de la insuficiencia en el su–
ministro de agua, principalmente por la presión in–
suficiente y el flujo irregular del agua. Según el
Plan Parcial de Desarrollo Urbano dc la delegación
Cuauhtémoc (noviembre dc 1980), las principales
causas de estas deficiencias eran:
a) la antigüedad de la red que provoca fugas
y
pérdidas de presión;
b) el alto índice de hacinamiento en algunas ve–
cindades, cuyas tuberías estaban calculadas pa–
ra un número inferior de habitantes;
c) el descuido de arrendadores que impide ta
inslalución y muntenimicnlo de un sistema
adecuado de bombeo y
circulación de
agua potable; y
d) el consumo incontrolado y abusivo del agua
en la zona
industrial (ni>rtc y nor-poniente)
dc la delegación. En la delegación Venusliano
Carranza los mismos fenómenos existían en la
zona poniente.
Es incontestable que el programa RH P tendrá
un impacto sobre esta problemática, básicamente
por generar un mayor consumo de agua potable en
la
ZE
debido a la introducción dc agua potable cn
17,000 viviendas adicionales a las existentes ante–
riormente. No es fácil estimar esle consumo adicio–
nal. Según varios estudios realizados entre 1980
y
1983*, el consumo dc agua tiende a aumentar cuan–
do los ingresos de los habitantes son mayores
y
cuando hay más baños en la vivienda. Así, en las
vecindades se calcula un consumo diario de 50 a
150 litros por habitante, comparado con 150 a 300
litros en las viviendas departamenlales: casi el do–
ble. De csla manera, se puede eslimar un consumo
adicional dc 8,500 m3/día de agua, por parte de las.
17,(XX) familias (85,000 ocupantes) que fueron dota–
das de agua potable. En cuanto a las 27,000 vivicn-