das restantes reconstruidas o rehabiiitadas por
R H P y que tenían anteriormenle el servicio de agua
potable, la estimación de consumo adicional es más
difícil. A l considerar un aumenlo en el consumo de
100 lilros/hab/día, por el suministro continuo posi
bilitado por la construcción de cisternas y sistemas
dc bombeo, el consumo total se incrementaría en
13
,500 m3/día.
En su conjunto, el programa estaría generando
un consumo adicional de agua potable en la ZE del
orden de 22,000 m3/di'a, o sea de alrededor de 25Ü
lilros/segundo. Si comparamos esle aumento con cl
consumo doméstico estimado por la delegación
Cuauhlémoc (2,642 lilros/segundo) y Venusliano
Carr arria (1,891 liiros/scgundo), tendríamos un au
mento en el consumo de agua en la ZE del orden
de un 6.5%, en relación al consumo doméstico, y de
un 3.5% en relación al consumo total (domÉslico,
comercial, de servicios e induslrial).
Conviene mencionar la colocación dc sistemas
ahorradores dc agua en los conjuntos habitaciona
les de RHP , por lo que cl impacto sobre el consu
mo lie agua en la ZE debería de ser incluso menor.
No tenemos livs datos tí:cnico^ suncicntcs para sa
ber si cslc consumo adicional generará, o no, pro
blemas dc distribución en la ZE.
Según el Programa de Desarrollo Urbano dc la
Delegación Cuauhtúmoc, la capacidad instalada
permitía en I'VSl, satisfacer una densidad de pobla
ción dc 500 hab/ha en la mayor parle dc la delega
ción, a)n excepción dc las colonias localizadas al
nor-esle y sur (Buenos Aires, Doctores).
En relación con el drenaje, aunque la ZE está
atravesada de sur a norie por los inlerceptores cen
trales y oriente del drenaje profundo, se presentan
en varias zonas problemas de encharcamiento (Pla
no № 4.1). La antigüedad de las redes secundarias
y
cl hundimiento en la zona central, han alterado
las pendientes de los colcelores, reduciendo su ca–
pacidad cvacuadora en un 25% .
A nivel dc cada predio, se suelen producir in-
versitines de pendiente por cl hundimiento diferen–
cial enire la vía pública y las edificaciones. Esta si–
tuación habrá tenido que ser corregida en los pre–
dios con construcción nueva edificados por el pro–
grama. De no haberse hecho cuidadosamente, los
encharcamicntos de los palios se seguirán produ–
ciendo.
El equipamiento urbano, más allá de los défìcits
cuantitativos
Al realojar a la población en cl mismo lugar,
sin incrcmcnlar su número, el programa RH P no
incide en forma directa sobre las necesidades y dé-
licits de ec|uipamienlo urbano en la ZE . Además, al
no incorporar a su programa operalivo esla dimen–
sión del reordenamiento urbano, por las razones
antes señaladas, RHP no puede ser evaluado en es–
le aspecto. No por ello RHP dejará de tener efec–
tos indirectos sobre la problemática del equipa-
mienio urbano en la Ciudad Central.
Por una parle, al incidir en forma significativa
sobre cl deterioro habilacional, el programa induce
un proceso más amplio de mejoramiento urbano.
La rehabilitación o reconstrucción de miles de vi–
viendas en cl centro de la ciudad pone más en evi–
dencia el deterioro en que se encuentran los demás
elcmenlos de la eslruclura urbana; equipamiento,
vialidad y áreas verdes. Los beneficiarios del pro–
grama se integran a un proceso de cambio que, en
un principio, se focalizó sobre su vivienda, pero que
se ampliará progresivamente en su entorno barrial.
En esle senliilo, .son relevantes las primeras in–
cursiones de algunas agrupaciones dc damnificados
en la generación dc nuevos equipamientos. Tal cs el
caso de "Campamcnlos Unidos" en la colonia Gue–
rrero que, con línanciamlenlo externo, eslá progra–
m a n d o la creación dc un cenlro dc estudios de ba–
rrio, de un cenlro dc capacitación, de guarderías,
de una clínica de salud popular y dc dispensarios
mÉdicos. Proyectos semejantes se csián gestando en
otras colonias (Tcpilo, Morelos, Roma, Doctores
y
Obrera) y algunos ya se empezaron a concretar. En
estrecha relación con lo anterior, los procesos orga–
nizativos desencadenados por los sismos -que la
forma dc gestión del propio programa contribuyó a
Cíinsolidar-, difícilmente se agotarán e n la entrega y
ocupación de las viviendas.
La autoadministración de las unidades habita–
cionales, las futuras demandas en torno al impuesto
predial, las reivindicaciones por una amplicación de
la renovación habilacional, tenderán a mantener un
relativamente alto nivel dc movilización de la po–
blación, lo cual podría contribuir a que las cxpcela–
livas individuales de cambio en el entorno barrial se
concreliten en demandas coleclivas. Ya se han da–
do fenómenos similares; por ejemplo, en el caso del
Plan Tepito, las organizaciones de este barrio plan-