hay 37.000 alumnos en la enseñanza secundaria (ciíras
de 1986): del escasísimo personal profesionalmenle for–
mado, varios centenares son médicos y, es de presumir,
no existen los ingeiüeros, diseñadores de
software y
de–
más especialisias necesarios para conducii a Somalia aJ
mundo moderno.'' En Corea del Sur, en cambio, donde
las tasas de alfabetización mascidina y femenina son del
96 % y el 88 %. respectivamente, y donde hay 5.000.000
de personas en la enseñanza secundaria y 1.300.000 en la
enseñanza superior, grandes cantidades de profesionales
entran cada año al mundo del empleo productivo.*'"
A todas tuces, los países en vías de desarrollo que consi–
gan seguir el camino de Corea del Sur pueden albergar
esperanzas de un brillante futuro económico; pero, como
hemos visto más arriba, muy pocas sociedades pobres se
encuentran en una posición tan favorable. El atraso tie–
ne muchas causas, pero la principal es que en muchas
culturas la educación se considera menos importante de
lo que es en Asia oriental.
Sin embargo, educación, en el sentido más amplio,
significa algo más que «reequipar» técnicamente la fuer–
za de trabajo, el surgimiento de clases profesionales o
incluso el fomento de una cultura manufacturera en las
escuelas y las universidades con el fin de mantener una
base productiva. Implica también un profundo conoci–
miento de por qué està cambiando nuestro mundo, qué
sienten otras gentes y culturas ante estos cambios, qué
tenemos todos en común y, también, qué divide las cul–
turas, las clases y los países. Además, aunque este proce–
so de indagación debe, en la medida de lo posible, ser
tolerante y empalico, no puede carecer de valores. Al fi–
nal, no se trata solamente de comprender lo que le esta–
mos haciendo a nuestro planeta como a través de un te–
lescopio gigante observamos cambios que están teniendo
lugar en Marte. Puesto que todos formamos parte de la
ciudadanía del mundo, también necesitamos dotamos
con un sistema ético, un sentido de ta justicia y un sen-
' La población de C^rea del Sur es unas cineo veces la de
Somalia, pero, incluso proporcionalmenle. las diferencias son
inmensas.
lido de ta proporción ai considerar lus diferentes modos
en que, colectiva o individualmente, podemos preparar–
nos mejor para el siglo xxi." En las sociedades en que las
fuerzas fundamentalistas bloquean la indagación y el
debate sin trabas, donde los políticos, para obtener el
apoyo de intereses especiales, lanzan invectivas contra
pueblos extranjeros o minorías étnicas, y donde unos me–
dios de comunicación de masas y ima cultura popular co–
mercializados empujan hacia los márgenes las cuestio–
nes serias, la posibiÜdad de que la educación introduzca
un entendimiento más profundo de las tendencias globa–
les se encuentra seriamente Umitada.
Resaltar et papel de la educación va inextricablemente
unido a una cuestión aún más grande, a saber, la posi–
ción de las mujeres tanto en los países en vías de desarro–
llo como en los desarroUados. En el primer caso, parecen
claras tas pmebas que vinculan la baja situación de la
mujer a la explosión demográfica, la pobreza aguda y el
atraso económico.' Como muestran las estadísticas de ta
División de Población de tas Naciones Unidas, en un país
tras otro se produce una fuerte correlación inversa entre
la tasa de alfabetización adulta femenina y la tasa de fe–
cundidad global (véase tabla 13).
Existen unas pocas e interesantes excepciones a esta
regla (Mongolia afirma tener una tasa de alfabetización
adulta femenina del 88 por ciento y una tasa de fecundi–
dad global de 5,4), pero de forma abrumadora las prue–
bas indican que cuando las mujeres pueden acceder
ampliamente a la educación el tamaño familiar medio
cae de modo abrupto y se produce la transición demográ–
fica.
La explicación obvia (casarse más tarde, retrasar et
nacimiento de los hijos, elegir una carrera) se ve confir–
mada por un conjunto de estadísticas que incitan aún
más a ia reQexión y que muestran la relación entre la edu–
cación de la madre y el número de hijos en países en vías
de desarrollo (tabla 14).
* Las únicas excepciones, sospecliamos, son algunos esta–
dos árabes ricos en petróleo en los que la situación de la mujer
es baja pero el PNB per capila elevado, esiu último debido a un
accidente geológico más que a las energías creaüvas nativas.