chísímo: «Países enteros se han deforestadu cn unas po–
cas décadas; la mayor pane del mantillo de las regiones
puede desaparecer en el plazo de una generación, y una
reducción crítica del ozono puede producirse en unos
veinte años.»'" Dicho en otras palabras, podría ocurrir
que, aun cuando los pesimistas de hace varias décadas se
hubiesen equivocado en su calendario, los argumentos
globales sobre el creciente daño infligido al planeta fue–
ran haciéndose cada vez tnás válidos -por lo que no ha–
bría que ignorarlos-. Por lillimo, sigue en pie la cuestión
de que, actualmente, las sociedades mejor capacitadas
para adaptarse son aquellas que, como la Inglaterra de
Malthus o el Japón actual, poseen capital, conocimiento
científico, habilidades técnicas y personal profesional
cualificado e inventivo, mientras que los países que se en–
frentan a los problemas más serios están mucho peor
equipados para dar una respuesta.
Por supuesto, esta preocupación por el daño me–
dioambiental no sigrufica que haya que detener todo cre–
cimiento económico, porque ello perjudicaría a las socie–
dades más pobres y, en cualquier caso, contradice el
argumento en favor de una mayor competitividad. En
vez de eso, los políticos y los electores deberían tomarse
mucho más en serio las propuestas para un «crecimien–
to sostenible» que han formulado los expertos en desa–
rrollo."
La tercera y última razón para reformar nuestra situa–
ción global existente es muy tradicional: reducir las po–
sibilidades de inestabilidad política, con las consiguien–
tes amenazas de violencia y guerra. Es verdad que
muchas veces es imposible anticiparse a tales convulsio–
nes; si hace cinco años no podíamos suponer el grado de
derramamiento de sangre y violencia que ha desgarrado
Yugoslavia, ¿cómo podemos esperar saber qué guerras y
tumultos tendrán lugar dentro de una década? Con todo,
muchas explosiones sociales, como el estallido de las re–
voluciones francesa o rusa, se ven precedidas de una cla–
ra acumiüación de presiones semejante al incrememu de
las tensiones a lo largo de los bordes de las placas tectó–
nicas antes de producirse un terremoto o, también, al
estallido de
un
desastre medioambiental una vez el daño
incrementai ha superado cierto umbral. Aunque por lo
general es imposible saber con exactitud dónde o cuán–
do tendrá lugar la irrupción, los científicos pueden pre–
ver, dada la acumidación general de presiones, que algiín
día tal vez ocurra una explosión. Pur analogía, no resul–
ta irrazonable sugerir que a medida que aumentan las
presiones en el seno de las sociedades humanas (rápido
crecimiento demográfico, recursos tnenguantes, desem–
pleo, emigración hacia barrios de chabolas, falta de edu–
cación) es probable que se produzcan explosiones socia–
les y políticas, sobre todo si las causas medioambientales
de conflictos agudos interaccionan con las disputas tra–
dicionales sobre fronteras, agua, derechos de pastos, et–
cétera."
Las guerras civiles o extemas (con su gran cantidad de
bajas) fueron, como la hambruna y la enfermedad, algu–
nos de los antídotos malthusíanos a una explosión demo–
gráfica y, quizá, los más eficaces de todos puesto que
mataban personas en la flor de la vida. La importancia de
semejante turbulencia no es sólo local. Actualmente las
inestabilidades podrian tener lugar en regiones donde la
posesión de armamento avanzado, como los misiles de
alcance medio con cabezas químicas, biológicas e inclu–
so nucleares, por parte de regímenes ambiciosos y ame–
nazados, dan lugar a una combinación potencialmente
letal, cuyas consecuencias distarían mucho de ser lo–
cales.
En resumidas cuentas, necesitamos preocupamos por
la situación de nuestro planeta como un todo, no sólo
porque nos enfrentamos a una nueva agenda de riesgos
para la seguridad, como et calentamiento global y la
emigración en masa, sino también porque estos fenóme–
nos podrían interactuar con las viejas amenazas a la es–
tabilidad internacional, como las guerras regionales, la
toma de rehenes y el cierre de rutas marinas, y agudizar–
las. Aunque las nuevas fuerzas trans nacionales de cam–
bio global parezcan situarse en un plano diferente de las
preocupaciones tradicionales de los Estados-nación (tal
como se analizan en mi obra
Auge y caída de ¡as
grandes
1...,214,215,216,217,218,219,220,221,222,223 225,226,227,228,229,230,231,232,233,234,...277