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En el mapa de Cristóbal de Roda de 1609, las
calles son más rectas y las manzanas ordenadas.
Sin embargo ambos dan una clara idea de cómo
debió ser la ciudad de Panamá viejo en el que im-
peraba el orden social en la ubicación de las Casas
Reales y la Iglesia Mayor o Catedral.
Las Casas Reales estaban en un lugar fortifica-
do en la entrada del puerto y la ciudad tenía una gran
cantidad de conventos ubicados en el área central,
con la Iglesia Mayor presidiendo el emplazamiento.
Sin embargo, Panamá Viejo no contaba con fortifi-
caciones adecuadas y el fuego destruyó la ciudad.
Existen dos versiones contradictorias que hablan de
que Morgan dio la orden de incendiar la ciudad y las
fuentes españolas indican que a la entrada de Mor-
gan, la ciudad ya ardía en llamas para evitar que los
piratas se apoderaran de las municiones.
El ataque a la ciudad de Panamá en 1671 se
llevó a cabo sin tomar en cuenta el supuesto acuerdo
de paz, el Tratado de Londres, que habían firmado
España e Inglaterra, por lo que Morgan fue arrestado
y llevado a Londres. Sin embargo, fuera de perma-
necer preso, Carlos II lo nombró caballero y Vice Go-
bernador de Jamaica. Y Morgan, convertido en Vice
gobernador, se encargó de combatir la piratería: Al
contrario de su antecesor Drake, Morgan murió de
anciano y con una gran fortuna.
Ante el ataque y destrucción de Panamá Viejo
por el pirata Morgan, la ciudad se trasladó al sitio
de Ancón, lugar más abrigado y con mayores posi-
bilidades para fortificarse y por ende, defenderse. El
21 de enero de 1673 se hizo formal el traslado, a la
ciudad amurallada y quedando fuera sólo los arraba-
les de Santa Ana.
Los materiales de las ruinas de Panamá Viejo
se utilizaron para las nuevas construcciones y Pana-
má Viejo quedó como sitio abandonado.
“Se desig-
nó al ingeniero militar Don Juan Betín y al ingeniero
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