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1. En ocasiones Se presenta una interesante
contradicción cuando vemos que las fortificaciones
mejor conservadas son las que mantienen su fun-
ción militar, o un uso asociado a esta función como
el de cárcel, aún cuando no se reconozca todavía
formalmente su valor y su posible función cultural.
2. En el caso de edificios en estado ruinoso,
que más podrían asociarse al patrimonio arqueológi-
co que al arquitectónico, se ha tratado en ocasiones
de reconstruirlos - como también ha sucedido con
otros elementos arqueológicos – cayendo en la falsi-
ficación, al suprimir parte de la historia materializada
en este tipo de restos o ruinas. Estas acciones son
explicables a veces por la misma importancia de las
ruinas como símbolos nacionales.
3. En muchos casos el explosivo crecimiento
de las ciudades latinoamericanas, más allá de los
límites de las murallas o en la cercanía de puntos
fortificados, ha modificado sustancialmente el espa-
cio en torno a las fortificaciones, cuando no las ha
eliminado por completo…como sucedió en el puer-
to mexicano de Veracruz Desde la construcción de
calles, pavimentos, estacionamientos, instalaciones
industriales o comerciales o pasos a través de las
murallas, hasta la destrucción completa, son hechos
frecuentes.
4. Si el desarrollo urbano a afectado los recin-
tos “limitantes” de las ciudades, el mismo desarrollo
ha alterado también el marco natural de elementos
aislados como ruinas o restos o sitios arqueológicos,
palacios, conventos y también fortificaciones, cuan-
do la topografía propia de los sitios fortificados no ha
sido suficiente para defenderlos.
5. Otra contradicción se presenta cuando el
enemigo y también la razón de ser de las fortificacio-
nes, es decir los cañones, que ocupaban posiciones
claras y precisas en las estructuras fortificadas, se
utilizan ahora como elementos decorativos, fijos o
C
uba
. S
antiago
,
fuerte
en
el
acceso
a
la
bahía
del
puerto
. (SDB)
muebles, y en forma incongruente los tipos de pie-
zas, sus bases y posiciones.
6. Las alteraciones recientes se basan en la
ideología de sociedades desarrollistas que aún no
atribuyen un valor histórico y cultural a las fortifica-
ciones antiguas. Desde el siglo XIX estos elemen-
tos se han visto bajo diferentes ángulos:
a. Como símbolos de la época colonial.
b. Como estorbo para el desarrollo territorial,
especialmente en el caso de las ciudades.
c. Como símbolo de las luchas de Independencia.
d. Como construcciones aún útiles desde el
punto de vista militar.
En los dos primeros casos se favorecerá su des-
trucción, tomando además en cuenta que por su pro-
pia estructura constructiva, son verdaderas canteras de
material disponible para ser reutilizado al desmontarse.
En los dos últimos casos se propiciará su con-
servación, especialmente en el último, por el valor
de uso, que en última instancia es el que asegura
la permanencia de los inmuebles. Aun así, cuando
se utiliza todavía para fines militares o usos asocia-
dos, como el de cárceles (en muchos casos usos
ya anacrónicos) y mientras se adquiere conciencia
de su valor fundamentalmente histórico y cultural, es
recomendable, de acuerdo con el espíritu de la Con-
vención de UNESCO de 1954 realizada en la Haya,
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que se instruya a los usuarios en sus programas for-
mativos, sobre la importancia de la conservación y el
mantenimiento adecuado de estos inmuebles.
Las posibilidades de rehabilitación
y la importancia del entorno
Al pensar en uso actual, la apreciación y la concien-
cia del valor histórico de estas obras deben plantear-
2 Convención para protección de bie-
nes culturales en caso de conflicto arma-
do UNESCO 1954