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y Arquitecto Militar, al mismo tiempo que nombró a
Juan de Herrera como Arquitecto y Maestro Mayor
de Obras.
A finales del siglo XVI, ingenieros españo-
les como Cristobal de Rojas y Gerónimo de Soto,
adquieren mayor prestigio y más alta categoría en
la corte. Sin embargo, con Felipe III y Felipe IV las
penurias económicas del estado terminan con una
larga tradición de proyectistas para dar paso a In-
genieros reparadores de brechas. Solo en Flandes
permanece activo lo más florido de la ingeniería es-
pañola durante el siglo XVII y discípulos de la es-
cuela francesa crearían la más avanzada Escuela de
Fortificación Europea. Soraluce, (1985: 19)
Se atribuye a Vauban la siguiente frase: “El
Arte de Fortificar no consiste en las reglas y en los
sistemas sino solamente en el sentido común y la
experiencia”. Sebastián de la Preste, Señor de Vau-
ban (1633-1707) fue Comisario general de fortifica-
ciones de Luis XIV desde 1668, y con esa frase se
comprende la ruptura de los tradicionales y rígidos
modelos renacentistas de fortificaciones en Francia.
Varios discípulos de Vauban llegarían a España en
1701 con Felipe V y ejercerían una gran influencia
en la arquitectura militar de la época, que habría de
repercutir en América. Con Felipe V se reúne y crea
un importante cuerpo de ingenieros militares el 17 de
Abril de 1711.
La renovada atención del gobierno español ha-
cia América, tras el final de la guerra de los Siete
Años y las reformas borbónicas, trataba de optimizar
la actividad económica. Se requería la actualización
de la información geográfica y económica de las tie-
rras americanas. los ingenieros militares desempeña-
ron un papel significativo en este proceso y durante la
segunda mitad del siglo XVIII producen un importante
volumen de información y material gráfico, parte del
cual aquí se reproduce. De entre ellos resalta la car-
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