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Tema y variaciones de literatura 44
ventud, perdió su Ildefonso, perdió su amor, y todo eso le había
hecho perder la razón”. (73) Los ecos de perder resuenan como
martillazos imparables.
Salazar señala en un artículo sobre Juan Rulfo que “un clásico
es aquel que soporta muchas lecturas y muchas interpretaciones.
Es aquel que a cada lector le dice algo, si no completamente dis-
tinto, sí nuevo para su entendimiento del mundo y de la condición
humana”.
7
Sin duda esta definición se puede aplicar a la narrativa
de Severino Salazar. Así lo confirma la serie de artículos que com-
pone esta revista.
Para abrir el número, Alberto Paredes reflexiona sobre la obra
de su amigo: la aborda después de una lectura honda y entrega
un ensayo al mismo tiempo que un retrato espiritual de Severino
Salazar ubicando la narrativa de Salazar en varias coordenadas
que van desde la literatura gay a la regional y del desierto, en un
eje religioso, católico y bíblico: califica al zacatecano de existencia-
lista católico, con tintes de criptojudaísmo y lanza una pregunta
para caracterizar a los protagonistas de Salazar: “¿cómo es posi-
ble vivir sin emprender caminos que no sean sendas heterodo-
xas?” Como conclusión del ensayo “Severino Salazar: del pasado
inmediato a la presencia, de la persona a la obra (1947-2005-
2015)”, Paredes señala que “La labor de la crítica, hoy diez años
después del final, es alejarse de la circunstancia de la persona para
comprender esta obra en su mejor dimensión. Comprender que
hemos visto surgir bajo nuestros ojos y entre nuestras manos una
reflexión humana en forma de relatos”. Habría que añadir que se
trata de una reflexión que invita a reflexionar sobre sí mismo, en
tanto que ser mutilado, fracasado, sumergido en un océano de
pasividad, producto de no atreverse, de haber dejado pasar la
vida, de haber comprendido demasiado tarde, de cobrar concien-
cia cuando ya no hay nada que hacer, cuando lo más importante
ha pasado, cuando se ha dejado todo atrás y cada paso que se da
en la vida aleja al sujeto de lo que más apetecía, anhelaba. Esta
conciencia
a posteriori
, por su naturaleza
nachträglich
, se instala
en la piel del alma, del cuerpo y la conciencia como una herida
que no permite cicatrización alguna.
7
“Las metáforas del río y de la leche” en “Es que somos muy pobres”, de
Juan Rulfo”, p. 87.
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