de
'u
salario
se
les asignaba tierras de
labor
con uaa e:l\en-
5ióo de
4
acres' y mb,
Y
asimismo
cQltagu.
Disfrutaban
ademlh, a la
par
de
10$
campesinos propiamente
dicho~,
del ·unlfroeto de la
tj~"
comunaf,"
robre la que pacía su
ga.n.ado y que les proporcionaba a la vez el combustible:
leila, tvrba, etc.'·'
Eo todos los
países de Europa la produe–
e;6o
feudal
se
caracteriza por la división de la tierra entre
el mayO!" niÍ.Dlero posible de campesinos tnbutafios. El
poder del señor feudal, corno el de todo soberaoo, no se
fundaba en la longitud de su registro de rentas, sino
en el número de sus súbditos,
y
éste dependla de la can–
tidad
de campesillOl
que
Irabajaban para sí mismen.,••
Por eso, aunque después de la conquilaa aormanda se
dividió el suelo inglés ca gigantescas baronlas, una sola
de las cuales inclu!a a menudo
900
de los viejos señorios
anglosajones, estaba tachonado de pequeñas finca¡; cam–
pesinas, interrumpidas sólo aqui y aUá: por la¡; grandcs
haciendas seílorialcs. Tales condiciones, sumadas al auge
coetáneo de las ciudades, característico
del
siglo
xv, per–
mitieron esa
riqueta popular
tan elocuentemente descrita
por el canciller Fortl:seue en su
Laudihus
legum
Angli~,
pero excluían la
rique~a
capitalista.
Él pr1'ludio del trastneamiento que echó las bases
del
modo de producción capitalista se produjo en
el
último terci-o del siglo
xv
y los
primeros
dec:cnios del siglo
XVI.
Una masa
de
proLetarios
I¡b~t:s
como
el
"'Tt:
fue arro–
jada
al
mucodo
di:
trabojo
por la
dI.Joluci6n
th
l4r
mUnD_
,., Nunca
d..tIC
olyid......,
que
indUJO
el
o;uYO
de
l.
¡Ieba
no
0610 era prOpiclllrio
_ aunque
..,jelo
al
palO
de ..
ibulo-- de
la
~t:I~/r:;~n~~"":'.·~Afíí;¡:n ~:;"~~~l ~:.m~la°:o~t~~i.?
No ob<lant<. e<oo
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Isiervosl
poselaD
b¡""u
co",..""lu.
··Hul.
ahor.
no .. h.
pOdido
inducir .
Jo.
oil~no
•• l.
pulición
de
1 ..
comuna!.
m~ntra.
que en
la
NueVA Marea .penas hay aldea en
~ue
esa
partición DO
oc
h.ya
ejecutado
con
e!
mayor de
loo
hilOJ.
M
(Mir.be. u.
D~
l. "'Cft4rcloir
p,....
,ir""r,
Londreo,
!
1'8.
t. " ,
pp.
12'. 126.)
,•• /"""". con
SU
-orplliuodón
puo.rncu.!e
feudal
de
la
pro–
~ie,bd
de
la
I~rr.
y
IU
cconomi. desarrollada
de
.¡ricullur. en
pequdia ucala . ..... proporciona Wla imaaen mucho mis lie! de l.
Sdad Media europea q....,
todOl
nUCIUoo libro!
de
hin.".ia, dic.:ado.
... IU
mayor parte por
prejuicioo
bur,uesu. El
<lema,l.do
cómodo.
rulmoente.
oc,
Mlibooral'· • coo'•
.x
la
Edad
Media.
96
das It:udalt:$
que, como observó correctamente sir James
Steuart, "en todas partes colmaban inutilmente casai
y
castillos" .
!_t
Aunque el poder rcal --él mismo un
pro–
ducto del desarroUo burgués- en su deaco de acceder
a la soberanía absoluta aceleró vi-olentamente la disolu–
ción de esas mesnadas, no constituyó, ni mucho menos, la
única
cau~a
de ésta.
Por
el contrario, el gran señor feudal.
tenazmente opuesto a
la
realeza y al parlamcnto, creó
un
prolt:rariado
much/simo
mayor
al expubar violenta–
mente a los campesinos de la tierra, sobre la que tenían
los mismos úrulos jurídicos feudales que t!l mismo, y
al
usurparles
las
tierras comunales. En Inglaterra,
el
impul!o
directo para estas acciones lo dio parlicularmente el floreci–
miento de la manufactura lanera flamenca y
el
consiguieDlc
aumento
011
los precios de la lana. Las grandes guerras feu–
dales hablan aniquilado a la vieja nobleza feudal; la nutva
era hija de
IU
t!poxa,
y
para ella el dinero era el podcr
de todos los poderes. Su consigna, pues, reuba: transfor–
mar la lierrll. de labor en pasturllS de ovejas. En su
Dt:Sc,ip–
tia"
01 Enf wnd.
P,t:lix~d
ro
H oli1Lfht:d's Chroniclt:s,
Huelson describe e6mo la expropiación del Pl'queño
campesino significa la ruina de la campaña. "What care
oue great incroachcfs?" (¿Out! les importa eso a
nuestr~
grandes usurpad=es?) Violentamente se arrasaro n las
viviendllS de los campesinos y
Jall
COtlQ.6t:1
de la.. obreros.
o se las dejó libradas a los
ClIlragos
del tiempo. "Si se com_
pulsan", d ice Harrison,
" 10$
rnAs vicjos invenlarios de cada
finca señorial, [...]
se
encontrará que han desaparecido
innumerables casas y pequeñas flncas campesinas
l...¡,
que el pais sostiene a mucba menos gente
r.. .
J,
que nume–
rO$as ciu'Vdes están en ruinu, aunque prosperan una!
poxas nuevas ...
("'!
Algo podría contar de las ciudades
y villorrios destruidos pua convertirlos en pasturas para
ovejas. y en los quc únicamente se alzan IIlI casas de los
lenores."
Los
lamentos de esas viejas crónicas son invaria–
blcmente exagerados, pero reflejan con exactitud la im–
presión que produjo en los hombres de eia t!poca la
revolución operada en laS condiciOl:lcs de producción. UD
cotejo entre las obras del canciller ForteM;ue y las dc Tomis
Moro mUOO$lIa de manera patente el abismo que
I-C
abre
entre el ,iglo
XV
y
el
XVI .
La clase trabajadora inglesa,
como con acieno afirma ThornlDn, se precipitó directamen–
te,
sin transición alguna. de la edad de om a la de hierro.
1...,87,88,89,90,91,92,93,94,95,96 98,99,100,101,102,103,104,105,106,107,...292