CAPÍTULO
N
CARACTERIZACIÓN CLIMÁTICA,
ENERGÉTICA
y
AMBIENTAL
DE LA CIUDAD DE MÉXICO
ANTECEDENTES: USO DE LOS RECURSOS
A
NATURAlESE1MPACTOM.IBJENTAL
NTES DE LA lLEGADA
de los españoles, la
ciudad de México, Tenochtitlan, presen–
taba una gran diversidad de sociedades
indígenas, la mayoría de ellas sedenta–
rias. Como todas las culturas asentadas en la
tierra de la América precolombina, vivían prin–
cipalmente de la agricultura. La caza
y
la pesca
constituían los complementos de una dieta do–
minada por el maíz.
Por lo que respecta a los ecosistemas del mun–
do prehispánico, las actividades del altiplano
giraban en tomo
él
la vida lacustre. Seis grandes
lagos rodeaban la urbe de Tenochtitlan. Asimis–
mo, abundantes lluvias acentuaban
atm
más la
relación del hombre prehispánico con el agua
y
su control. Esta situación propició que se realiza–
ran importantes obras hidráulicas. Existen evi–
dencias muy claras de que estos mexicanos ha–
bían aprendido a dominar la afluencia del agua
ya convivir con ella
y
con el resto de los elemen–
tos que conformaron sus ecosistemas, haciendo
un uso adecuado de los recursos naturales dis–
ponibles
y
realizando sus diversas actividades
en condiciones de equilibrio
y
armonía con el
entorno nahlraL
Después de la caída del imperio azteca, Her–
nán Cortés decidió fundar en noviembre de 1521
la nueva ciudad (la Nueva España) en el mismo
sitio donde se encontraba Tenochtitlan. Los indí–
genas fueron expulsados hacia las afueras,
y
dejaron la zona del Templo Mayor y sus alrede–
dores para albergar a los españoles. Desde ese
momento se definieron los límites entre la pobla–
ción indígena
y
la española. Esta situación per–
mitió, en parte, la sobrevivencia de muchas de
las actividades cotidianas de los pobladores ori–
ginales, que giraban en torno al aprovechamien–
to
y
control de los diversos recursos naturales
y
elementos acuosos existentes en la localidad. Di–
chas actividades se enfocaban a la caza, la pesca
y
la agriculhlra por chinampas.
La zona destinada a los asentamientos de los
españoles fue extendiéndose hasta ocupar, inclu–
so, lugares anteriormente destinados al control
hidráulico de la ciudad (por ejemplo las ace–
quias), y terrenos que originalmente habían sido
destinados a los nativos del lugar. Fueron múlti–
ples los casos de pobladores españoles que,
in–
conscientemente, cegaron las acequias buscando
terrenos para construir, además de desviar los
cauces de ríos
y
arroyos para obtener el vital
líquido y usarlo en sus sembradíos de trigo. Por
otra parte, al utilizar madera para construir los
cimientos de edificaciones en terrenos pantano–
sos, provocaron una considerable tala de árboles
en la región. Asimismo, la quema de grandes
áreas boscosas, con el fin de obtener terrenos
para la siembra, fue otra sihlación depredadora
que se inició también a partir de la Conquista.
Todos estos hechos y la falta de
lm
planteamien–
to fijo
y
coherente provocaron el crecimiento
anárquico d e la ciudad . En poco tiempo empezó
a ser evidente una reducción significativa de las
aguas que rodeaban a la urbe. Un fenómeno
resultante de la situación antes expuesta fue la
severa escasez de agua que sufrieron va rios pue–
blos indígenas de los alrededores de la nueva
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