especificaciones técnicas, como el hecho de que los
grupos dc apoyo técnico consideraban que se en–
contraba en juego, en la calidad de los resultados
alcanzados, su prestigio profesional, permiten supo–
ner que en promedio, la calidad alcanzada en los
proyectos no gubernamentales ha sido superior a la
lograda a través del PRHP. En este último caso,
necesariamente tienen que haber gravitado en ma–
yor medida las prácticas que, según los profesiona–
les conocedores del tema, predominan en la indus–
tria de la construcción mexicana, caracterizadas por
el abatimiento de los costos a través de escatimar
en cl cumphmiento de las especificaciones técnicas.
Esto sencillamente, no por las especificaciones téc–
nicas y los materiales utilizados, al parecer adecua–
dos, sino porque la gestión del programa guberna–
mental descansó fundamentalmente en los procedi–
mientos habituales en la contratación con la indus–
tria de ta construcción y, por consiguiente estuvo
sujeta en mayor medida a ta influencia de las prác–
ticas señaladas. Por otra parte, es cierto que en mu–
cho casos se aplicaron en los programas no guber–
namentales materiales de superior calidad a los uti-
liziid№ en las viviendas del PRHP.
6.3. Los resultados según los beneficiarios
Algunas de las preguntas formuladas en la en–
cuesta a beneficiarios de programas ño guberna–
mentales, hacen posible contrastar en alguna medi–
da, la visión existente entre tos representantes de
las diferentes instituciones y organizaciones involu–
cradas acerca de los resultados alcanzados en ma–
teria de vivienda, con la percepción de tales resul–
tados por parte de los usuarios.
Dos cuestiones resultan especialmente signifi–
cativas en este sentido. Por una parte, las declara–
ciones de tos beneficiarios en relación con la super–
ficies de la vivienda anterior y la vivienda actual,
por otra, las correspondientes a la visualización de
las posibilidades dc crecimiento dc la nueva vivien–
da.
En cuanto a las superficies, una primera evi–
dencia llamativa es la derivada de la alta propor–
ción de entrevistados que declararon ignorar cl ta–
maño de su vivienda. El 43.9 % declaró desconocer
la superficie de la vivienda anterior (cuadro 6.8), y
un porcentaje casi igual, el 43%, declaró descono–
cer la superficie de la vivienda actual (cuadro 6.9),
esto indica a nuestro entender que para muchas fa–
milias ta cuestión de la superficie de ta vivienda no
se presentó como una preocupación central, dado
que más allá del variable estatus de los enlrevisla–
dos dentro dc la familia, el desconocimiento sobre
el tema puede ser interpretado, al menos en una
gran parle dc los ca.sos, como expresión de ta au–
sencia en e) seno de la familia de los cumcnlarios
relacionados con cl tema.
Esto inferencia resulta apoyada por el hecho
de que en otros casos de preguntas cuya respuesta
requería también de una noción de carácter cuanti–
tativo, et número de entrevistados que declaró igno–
rar et dato resultó considerablemente menor. Por
ejemplo, sólo siete entrevistados (el 5.8%) declara–
ron ignorar cl monto de la cuota que ta familia abo–
na por la vivienda y 26 (el 21.1%) declararon igno–
rar cuanto había gastado la familia en acondicionar
o adecuar la nueva vivienda.
En cuanto a la posibilidad de ampliación de la
vivienda, una custión que no requiere de una no–
ción cuantitativa, pero cuyo conocimiento tampoco
es esperable sin la existencia de una reftexión pre–
via sobre ct tema, sólo el 3.2% de los entrevistados
manifestó desconocer si exisitía tal posibilidad, lo
que como conlraparlida permite inferir que la cus–
tión dc las posibilidades de agregar muevos espa–
cios habitables a ta vivienda, reviste para las fami–
lias un mayor interés que el de su superficie.
En cuanto a las superficies declaradas por el
grupo de los entrevistados que consideró conocer
la respuesta, las distribuciones y promedios resul–
tantes son los que se presentan en tos cuadros 6.8
(vivienda anterior) y 6.9 (vivienda actual). Obvia–
mente, estas distribubiones no deben ser declaradas
como distribuciones de la superficie real de las vi–
viendas, sino como una aproximación derivada de
la distribución de la noción (muchas veces inexacta)
que los entrevistados poseen sobre et tema. Esto
resulta claramente reflejado en el hecho de que en
muchos casos ta respuesta no fue formulada en tér–
minos de una determinada superficie en metros
cuadrados, sino de la longitud de los lados del
cuarto (en los casos de las viviendas anteriores) o la
superficie de cada nivel (en los casos de las vivien–
das nuevas construidas en dos niveles).
Asumiendo estas limitaciones, tos resultados
muestran que la superficie promedio de las vivien–
das habría aumentado en 7,4 metros cuadrados,
equivalentes a una tasa de crecimiento promedio de
20.5%, en tanto que prácticamente desaparecieron
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