6 . U . El costo de tas viviendas desde la perspecti–
va de los beneficiarlos
De acuerdo con lo expuesto hasta el momento,
resulta ostensible que tos beneficiarios de tos pro–
gramas no gubernamentales dc vivienda no enfren–
tan, en términos del pago dc cuotas por ta vivienda,
compromisos económicos que puedan estimarse co–
mo gravosos para la economía familiar. Esto puede
hacerse extensivo a los beneficiarios de los progra–
mas de ta FAC, ya que si bien csla institución apli–
ca condiciones semejantes a las del programa gu–
bernamental, las flexibiliza en los casos que detecta
como pertinentes, e incluso las condiciones fijadas
por el P RH P pueden ser consideradas como no
problemáticas para buena parte de las familias be–
neficiarias.
.Sin embargo no es conveniente reducir el costo
para los beneficiarios de las nuevas viviendas a las
cuotas abonadas. Al respecto, tal como se hizo lam–
bién en el estudio del impacto del PRHP (véase
primera parte), es conveniente considerar tanto
otros costos objetivos derivados de ta propiedad de,
la nueva vivienda, como ta percepción de tos mis–
mos por parte de los t>eneficiarios al comparar sus
gastos actuales en vivienda con los que debían re–
alizar en su calidad anterior de inquilinos en una
vecindad.
Un primer aspecto a considerar en este .senti–
do, es el del nivel de tas rentas que pagaban antes
del sismo los beneficiarios de los programas de re–
construcción. Los resultados de la encuesta realiza–
da (cuadro 6.5) muestran que una cuarta parle de
los entrevistados que declararon conocer la renta
que pagaban, afirmaron que esta se encontraba
dentro de la franja dc "rentas congeladas" (hasta
300 pesos mensuales), es decir una erogación insig–
nificante inferior a un dolar americano; en tanto
que el 51.4 % declaró que ta renta que pagaba se
encontraba entre 301 y 5,000 pesos mensuales, es
decir menos de 10 dólares mensuales. De modo
que de acuerdo con estos resultados, poco más de
las tres cuartas partes de tos beneficiarios dc pro–
gramas no gutjernamentales de vivienda enfrenta–
ban antes de los sismos erogaciones por cl alquiler
de su vivienda que pueden considerarse como esca–
samente gravosas incluso para familias de muy ba–
jos ingresos.
Es seguramente el predominio de un nivel muy
reducido del gasto en vivienda por parle de los ha–
bilantes de las vecindades del área central de ta
ciudad de México, más que los niveles de ingreso
familiar, tu que explica la escasa disponibilidad de
los damnificados a realizar gastos significativos en
la vivienda, atín cuando estos se encuentren dentro
de niveles razonables en relación con los ingresas
percibidos, Ante ta pregunta acerca de cuáles ha–
bían sido las preferencias manifestadas por los veci–
nos respecto de las características de
la
vivienda, el
representante de una organización donante mani–
festó: "En principio, la preocupación fundamental
de
la
gente fue que se eligiera la alternativa más
barata y, en segundo término, la cuestión de la se–
guridad respecto de los temblores. Acostumbrados
a pagar rentas dc 250 pesos mensuales, era esto lo
que gravitaba, ya que no estaban acostumbrados a
pagar por la vivienda". El mismo funcionario señaló
que ".„la cuestión de ta vivienda es en este caso más
un problema dc valores sociales que de recursos
económicos. Tod(» (las organizaciones no gubcrna-
mc átales) nos fuimos en general con
la
finta del ti–
po de viviendas en que vivían, asociando esto con la
pobreza. En realidad no era así. Mucha de esta
gente tiene para gastar en otras cosas pero no está
dispuesta a gastar en su vivienda; acostumbrados
a
no pagar prácticamente nada por ella, toda cuota
se les hace demasiado alta".
Este lipo de afirmaciones puede ser contrasta–
da con el hecho de que una proporción significativa
de los beneficiarios de programas no gubernamen–
tales han realizado gastos adicionales en la vivienda
que exceden en mucho los compromLsos moneta–
rios expresados en las cuotas. En efecto, la pregun–
ta realizada en nuestra encuesta acerca de cuánto
había gastado ta familia en poner acabados que fal–
taban o en hacer modificaciones a la nueva vivien–
da, arrojó los resultados que se muestran en el cua–
dro 6.6. De acuerdo con estos resultados, el 16.2 %
de las familias entrevistadas, declararon haber re–
alizado gastos de $ 1,000,000 o más (434 u$s o
más), y otro tanto señaló haber realizado gastos en–
tre 100,001 y 999,000 pesos.
Si, por otro lado, tenemos en cuenta las condi–
ciones en que estas mismas familias recibieron las
nuevas viviendas, no resulta forzado concluir que
probablemente las ventajas obtenidas por los bene–
ficiarios dc programas no gubernamentales en com–
paración con tos beneficiarios del PRHP en térmi–
nos dc las condiciones de financiamiento, resulta–
rán en cierta medida anuladas por los gastos adi–
cionales necesarios para terminar las viviendas. En