fueran superiores a las ofrecidas a través del pro–
grama gubernamental, fueron dos las cuestiones en
las que se concentraron los esfuerzos: mayor cali–
dad y mayor superficie.
En buena parle de las organizaciones canaliza–
doras de recursos, así como cn la generalidad do
las organizaciones sociales intermediarias, tendió a
predominar la idea de que los 40 metros cuadrados
ofrecidos en general por los prototipos de Renova–
ción Habitacional Popular, eran insuficientes. Re–
sulta problemático, por otro lado, establecer en for–
ma taxativa en qué proporción los proyectos no gu–
bernamentales superaron este parámetro. En todos
los casos existen ejemplos que lo superan en forma
considerable y en los cuales las viviendas cuentan
con 60 o 65 metros cuadrados. No obstante, tos da–
tos parciales que hemos podido recojer, permiten
afirmar que ta gran mayoría de los proyectos no gu–
bernamentales se ubican dentro dc superficies que
oscilan entre 40 y 45 metros cuadrados por vivien–
da.
Desde ta perspectiva dc tos limeionarios guber–
namentales involucrados en los programas de re–
construcción, de algunos ospeciatLslas vinculados a
organizaciones no gubernamentales relacionadas
con la problemática dc ta vivienda popular e inclu–
so de organizaciones no gubernamentales como la
CRIvI, el propósito de obtener viviendas con una
superficie mayor a tos 40 metros cuadrados, os con–
siderado como una cuestión de segunda orden que
en cierta medida contribuyó a desviar la atención
respecto de cuestiones más sustantivas. Desde esta
perspectiva lo fundamental consistía en garantizar
ta mayor masividad posible en la cobertura dc ios
programas y, en segimdo término, en otorgar una
flexibilidad a las viviendas que permitiera su ade–
cuación, y eventual crecimiento, de acuerdo con ias
necesidades variables y cambiantes de tas familias.
A juicio de un funcionario de nivel directivo de
RH P , tas uniones dc damnificados que contaron
con ta posibilidad de desarrollar proyectos propios
con recursos no gubcrnamenlaics, no percibieron
con claridad estas cuestiones en tanto que perma–
necieron empeñadas en sostener como principal
reivindicación la construcción de viviendas más am–
plias que las ofrecidas por RHP. En un sentido sc-
raejanie, un representanie de una de tas principales
O N G sostuvo que "... al menos en lo que respecto a
la gente que nosotros ayudamos, el problema del
tamaño no existió, porque la gran mayoría de las
familias contaban previamente con una vivienda
que consistía en un cuarlo de cuatro por cuatro. En
general se trató de aprovechar ct espacio para ubi–
car toda la gente que fuera posible". Como contra–
partida, el representante de otra O N G sostuvo con
ironía, ante la pregunta acerca de cuál era cl espa–
cio dc vivienda que consideraba inadecuado: "una
vivienda de 40 metros para 10 personas".
Por su parle, las organizaciones dc vecinos pa–
recen considerar en general como un logro impor–
tante la obtención de viviendas con superficies ma–
yores a los 40 metros cuadrados; como se verá un
poco más adelante, la encuesta realizada a los be–
neficiarios, permite constatar en alguna medida si
existió por parte de su base social la misma valora–
ción del problema.
En lo que respecta a la calidad constructiva y
funcional de las viviendas, algunas (no la mayoría)
de las ONG que fmanciaron programas reivindican
cn ftirma explícita la cuestión de la mayor calidad
dc las viviendas financiadas en comparación con las
construidas por RHP. El represéntame de una de
ellas, por ejemplo, reivindicó la existencia de "diez"
vcniajas constructivas en los proyectos apoyados
por la instil ución.
Por su parte, funcionarios de RHP entrevista–
dos, afirmaron que si bien existían algunos proyec–
tos no gubernamentales muy bien logrados, en ia
gran mayoría de tos casos no presentaban ventajas
apreciables en relación con los prototipos guberna–
mentales.
Por otro lado, la pretensión en muchos casos
por parle sobre todo de los grupos de apoyo técni–
co, de reaiiz.ar proyectos innovadores y ambiciosos,
cs reconocida en algunos testimonios recojidos co–
mo una pretensión que en ciertos casos llevó a que
se propusieran proyectos demasiado costosos y po–
co adecuados desde la perspectiva de la cobertura
dc las necesidades de vivienda del mayor número
posible de familias.
Por último, existe un aspecto que se relaciona
fundamentalmente con las modalidades de gestión,
que es necesario tener en cuenta a la hora de eva–
luar las pretensiones de una mayor calidad de tas
viviendas construidas con recursos no gubernamen–
tales. Así, más allá de la eventual constatación física
de estas pretensiones, es el tipo de gestión predo–
minante en tos programas no gubernamentales io
que les otorga un cierto grado de plausibilidad. En
efecto, tanto las posibilidades de un mayor control
por parle de los beneficiarios de los programas no
gubernamenlales en cuanto ai cumplimiento de las
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