Alejandra Sánchez Valencia
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adoptiva, para evitar que en orfandad tenga que trabajar como em-
pleada doméstica.
La historia inicia
in medias res
, donde Jean Burns, en su lecho
de muerte, dice que la jovencita de 16 años, a quien ha criado como
su hija, es nieta del poderoso Adam Lindsay, quien nunca la recono-
ció, ya que la madre de la pequeña lo abandonó a él por unir su vida
en verdadero amor con un pretendiente que él no estaba de acuerdo
que tuviera. Basil ofrece adoptarla, pero Jean le asegura que aunque
él le dobla la edad, jamás podrá parecer un padre para ella y la gente
murmuraría. Lo mejor será casarse.
Effie es tan joven que Ventnor sólo puede verla con una lejana
simpatía, no como a una mujer a la que verdaderamente pueda
amar, de hecho él cree estar enamorado de la viuda Agnes Vaughan,
su amor de juventud pero que le mintió; y se describe a sí mismo
como un hombre egoísta, frío, lúgubre e inexorable.
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Effie, sin em-
bargo, lo ama y al saber que no hay posibilidades de ser correspon-
dida y para dejarle libre el camino a él y que sea feliz con su verda-
dero amor, decide arrojarse al agua para quitarse la vida, una noche
mientras van a dar un paseo en bote ella, Agnes y él. En una atmós-
fera romántica, donde la noche no es lúgubre por la luminosidad de
la luna plateada y teniendo como testigo a la naturaleza, Effie lleva
a cabo su plan: “[…] Agnes, quien, pálida y con los ojos abiertos,
parecía señalar hacia un fantasma que yo no podía ver –el fantasma
era el asiento vacío de Effie. El riachuelo brillante se oscureció ante
mí y una fuerte punzada de remordimiento retorció mi corazón en
tanto esa visión alcanzaba mis ojos”.
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Este connato suicida trae como consecuencia un crecimiento
emocional para ella, a partir de ese instante siente que quien en rea-
lidad murió fue “la niña” para dar paso a la mujer. Durante su recu-
peración, transcurre un año y en él, Basil Ventnor cae en la cuenta
de su egoísmo (de ahí el “self-love”) y de lo mucho que cambió su
vida con la presencia de Effie. En ese momento descubre que en
realidad la ama. Por otra parte, ella recibe una herencia del abuelo
quien por fin la reconoce al final de sus días, y en tal sentido se da a
entender que si fuese por razones económicas ella no necesita más
9
Louisa May Alcott,
Love and Self-Love
, p. 2, en http//:
/
Alcott/loveselflove/
[Consulta: 24 de abril de 2013].
10
Ibíd.
, p. 9.: […] Agnes, whom eyes wide open and pale, seemed pointing to
some phantom which I could not see. I turned, – the phantom was Effie’s empty seat.
The shining stream grew dark before me, and a great pang of remorse wrung my
heart as that sight met my eyes.