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Tema y Variaciones de Literatura 40
tudio de estas voces y estas obras creadas y pensadas en México, en
tanto que ha sido la tierra de adopción. La tierra nueva con raigam-
bre y retoños.
Lo primero que ha hecho López Aguilar en su estudio, luego de
tratar sobre el estado de la cuestión, y de revisar los aportes de quie-
nes lo han antecedido en el tema, ha sido abordar el peliagudo pro-
blema del exilio y, sobre todo, sus múltiples facetas y contenidos
axiológicos y ontológicos. Y es que el grupo ha tenido, en lo general,
antecedentes involuntarios y, en particular, problemas que resolver
en torno a las circunstancias previas. Su presencia en México obede-
ce a un compromiso ideológico ejercido por parte de sus mayores, y
esto por causa de una lucha armada, la Guerra Civil Española (1936-
1939), en la que no participaron, por la razón universal de que enton-
ces eran niños; y, en último término, a que no les tomaron parecer al-
guno, ni para bien ni para mal. Los hijos de los exiliados españoles
sufrieron, pues, las consecuencias como la pérdida de la patria o de
la familia; tuvieron que soportar el tránsito, el hambre, la pérdida del
hogar; algunos la estadía nunca grata en campos de concentración, y
todos, y por motivos ajenos a su edad y condición, el peso inolvida-
ble de la carga emotiva de su identidad y el destierro.
Y hay en todo este lío una coincidencia curiosa: llegaron a Mé-
xico, solos o con familia; pero a instalarse en una atmósfera o den-
tro de una burbuja española; en lo que don Enrique de Rivas ha de-
nominado en los “tiestos”. Seguían viviendo, dentro de casa, en la
España de sus padres, en torno a lo que éstos supusieron siempre
como un estado perentorio, temporal, de excepción (muchos de sus
familiares mayores atravesaron su vida en torno a la conjura, con el
deseo expreso en alguna frase parecida a la siguiente: “este año que
viene ha de caer Franco y entonces volveremos a casa”).
Y, claro, padres, hijos, parientes, vivieron en torno y dentro de
“la España artificial”. Por eso la mayoría de estos hijos del exilio se
educaron en las escuelas e institutos que los viejos republicanos
fundaron para perduración de lo hispano: el Instituto Luis Vives, la
Academia Ruiz de Alarcón o el Colegio Madrid, hasta que los mu-
chachos crecieron y estuvieron listos para ir a la Universidad. La
calle y la Universidad han educado a estos poetas hispanomexica-
nos y son, por ello, mexicanos, si hispanos.
López Aguilar ha contado para la realización de este trabajo con
la guía de tres profesores pertenecientes a esta generación, los tres
ensayistas, dos de ellos poetas aquí representados en la antología y
el estudio: Carlos Blanco Aguinaga, Federico Patán y Arturo Souto