Eduardo Delgado Fabián y Leticia Romero Chumacero
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reales sobre la mujer histórica eran y siguen siendo mínimos; pero
ni ese detalle documental, ni investigaciones tan acusiosas como
Estudios de literatura griega. Safo ante la crítica moderna
(1884),
del español Antonio Fernández Merino, lograron echar abajo la le-
yenda de la versificadora que se arrojó al mar para “curar la pasión
del amor” provocada por un hombre que no le correspondía.
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De
hecho, no pocas obras literarias giraron en torno a ese episodio,
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y
cabe añadir que no faltó quien comparara a Teresa Vera con Safo:
ambas habían muerto después de amar con frenesí.
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Otro tanto ocu-
rre con Werther, el romántico por excelencia: aislado, melancólico,
emotivo y enamorado de una mujer comprometida con otro. El sui-
cidio por arma de fuego del protagonista de la novela de Goethe,
constituyó el núcleo de las preocupaciones de quienes deseaban pa-
rafrasear, parodiar o hacer bifurcaciones de la historia original.
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En suma, la imagen de quien renuncia a todo en nombre del
amor, aportada por los casos paradigmáticos expuestos, fue muy po-
derosa. De ahí que el 6 de diciembre de 1873 adquiriera un particu-
lar renombre extraliterario el saltillense Manuel Acuña Narro. Pese
a sus ostensibles problemas económicos y a que mostraba caracte-
rísticas que hoy podemos identificar como propias de la depresión,
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la forma como cegó su vida el poeta, periodista y estudiante de me-
dicina, fue interpretada a través del código romántico instaurado
por Werther: como resultado de la indiferencia de su presunta ama-
da, Rosario de la Peña, él habría decidido morir para evitarse más
desilusiones y congojas.
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A similar conclusión se llegó en el caso
de Vera: “amó con pasión de poeta y con ternura de mujer […] vivió
siempre bajo el yugo opresor de los dolores, y los amargos
desengaños”.
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16
Horacio,
Heroidas
, t. 2, p. 16.
17
Frenzel, “Safo”, en
Diccionario de argumentos de la literatura universal
,
pp. 418-419.
18
Poetas yucatecos y tabasqueños
, p. 194.
19
Frenzel, “Werther”, en
Diccionario de argumentos de la literatura universal
,
pp. 489-490.
20
Su padre había muerto año y medio antes, por lo que la remisión de dinero
desde Coahuila era escasa. Además, en octubre de 1873 había nacido un hijo de Acu-
ña y la poeta Laura Méndez; ella y su primogénito dependían económicamente del
poeta.
21
Romero, “Laura Méndez y Manuel Acuña. Un idilio (casi olvidado) en la Re-
pública de las Letras”, en
Fuentes Humanísticas
, pp. 30-34.
22
Poetas yucatecos y tabasqueños
, p. 193.