Tema y Variaciones 42 - page 200

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Tema y variaciones de literatura 42
riencias, en las que habremos de
real-
izarnos. Mas no debemos
buscar lo aparente porque sea verdadero sino porque seduce; en
cambio, la verdad sobrecoge –cuando la reconocemos–.
Por mi parte, he salido un poco sorprendido de los cuentos de
segunda mano y de la novela sobre los animales. Al final, en reali-
dad, me he sentido cansado porque la insistencia en un recurso ha
dejado el recurso sin novedad. Un afán iconoclasta y seductor, que
crea una nueva idolatría. Un afán desacralizador que se consagra
a sí mismo. Nunca falta el sujeto lleno de talento que ha descu-
bierto cómo encausar su destreza sobre nosotros: sintiendo con-
miseración por nuestra vida huera, por nuestras costumbres te-
nues y nuestras vocaciones timoratas; trata a toda costa de
movernos el tapete sin dejar de ser chispeante. Le importamos de-
masiado, eso hemos de agradecérselo: el fin justifica los medios.
Termino este ensayo invocando otra vez a Bordieu: “Los me-
canismos sociales –afirma– no son producto de una intención ma-
quiavélica; son mucho más inteligentes que los más inteligente de
los dominantes.”
11
Es decir, las dinámicas sociales, con sus
habi-
tus
, en tanto mecanismos, no son impuestos por personajes do-
minadores. En todo caso, en cuanto tales, conocen las dinámicas
y las usan a su favor. Eso ha hecho Enrique Serna en las dos obras
analizadas aquí. Pero nada hemos dicho sobre la artisticidad de las
mismas. En todo caso hemos hecho sociología y psicología de am-
bas, y de paso de su autor.
Advertimos en la escritura de este ensayo cierta ironía sobre
el escritor, leído con placer, por cierto. Suponemos que eso es ya
una ganancia, para él y para nosotros. Formulamos así una especie
de calipedia –nosotros también tenemos nuestro corazoncito–.
¿Son buenas o malas estas obras? Después de todo lo dicho, de-
cidirlo así, tan tajantemente, resultaría un reduccionismo y nos lle-
varía a una posición ortodoxa, ya que el gusto y la belleza se defi-
nen dentro del campo, pero lo rebasan, son mecanismos de poder.
Es el campo y su historia, la historia de sus juegos, lo que determi-
na el valor de una obra, es decir, el valor es una abstracción no una
revelación. La única revelación posible después de mi lectura es el
placer, aunque lo presiento efímero y olvidadizo. Este juego entre
narrador y crítico es un juego calipédico, algo tiene de consciente,
aunque la dinámica del campo rebase a ambos. Llamar calipédico
11 
Pierre Bordieu,
op. cit.,
“Lo que quiere decir hablar”, p. 133.
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