Fernando Martínez Ramírez
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a este presunto intercambio discursivo entre novelista y crítico es
asumirnos como sujetos saludables en sus
habitus.
Sin embargo,
¿puede alguien que hace conscientemente algo, hacerlo desinte-
resadamente? Lo que hace el creador –incluido este ensayista– es
crearse a sí mismo como singularidad, como firma, como nombre,
como valor, como poder. “Las disputas entre escritores siempre
tiene como límite el respeto por la literatura.”
12
Practicar la escri-
tura es ya respetarla. La mejor manera, la más eficaz, de destruir
el campo literario no es con una novela sino olvidándose de la
práctica escritural y lectora. Por eso, los ataques contra el campo
no provienen de su interior sino del exterior, de quienes no lo viven
aunque sea en la superficie, de manera snob, de quienes no prac-
tican ni entienden la escritura gratuita y la lectura
grastrosófica
. La
iconoclasia de Enrique Serna ha resultado estratégica y temática,
robustece el campo y en el fondo lo idealiza, como nosotros…
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12
Ibid.,
“¿Y quién creó a los creadores?”, p. 223.
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