dortJ$
y asesinas de los
campesinos;
horrible y repulsivo escri·
to
en donde el reformador, en nornbre del evengelio, aconseja
e Incita. 105 príncipes al degüello, a la I.Onura, al
in~ndio
y
al
maltrato de la masa aldeana aCludilladR por Münzer (ena·
cerdote catolico que abrazo la Reforma, pero que fue más
a11.í de Jo preKrito por Lutero) y por otros cabccillas del
pueblo, Exasperado Lutero porque sus esfuerzos para apagar
el incendio fOMlultaban inutile., perorara grandilocuentemente
Indignado: "¡Ea, queridos Señores! Golpead, traspasad, dego·
liad a vuestro antojo. Si allí encontraseis la muerte, no
podriais sonar una
mis
celeste, pues sucumbiríais obedecien·
do I Dios y protegiendo a vuestros 5ernejantes de las hordas
$atanlcAS". Mltar un revoltoso - prosigue Lutero- no es ca·
meter un asesinato, sino ayudar a apagar un incendio. Pues
hlY que pegar de veru. ¡Machacad! ¡Decollad! ¡Traspasad!
iy por lodos los medios! Matar a un revoltoso es abatir a un
pen o rabioso. Cubriéndose con el Evangelio, Ilamiindose her·
minos en Jesucristo, los campe.¡Inos cometen el
'más
horrible
de los crímenes; siguen a Satán a cubierto de la palabra de
Dios. Por ello merecen diez veces la muerte.
Senores y caballeros tomaron con mucho gusto y muy en
serio, con ardoroso y bélico empeno, el consejo inciutorio y
lbsolvente. Alemania quedo tinta en sangre
alde~na
y más dc
ciento cuarenta mil vidas perecieron • fuego y cuchillo.
Münzer fue (apturado, atorment.do y ejecutado con increí·
ble
uña.
Lutero dará gracias I Dio. por l. muerte que esta en·
carnaci6n del diablo había recibido y merecido, Sofocada asi
la
rebelión, los principe.¡ recobraron l. tranquilidad y más de
uno
w
canó mejor el cielo "erti,mdo la sanfl'e de los enemigos
que rUl ndo, como aconsejo el propio Lutero.
Se
ha
dicho y no sin cierta razon, que el reformador no fue
oportunista ni fariseo en
$U
alianza con los podero$Os: de
hecho ni antes ni después de Willenberg se pronunció nunca
contra la autoridad civil, porque ésta había sido insliluida
por Dios y los males y
~buSO$
de la misma provenían del
pec~do;
es deélr, del hombro carnal cuya apelación a
I~
libero
tad
debía ser e$f.. ictamente de carácter espiritual y cristiano,
5.·
L. trilogía de
1520
1)
El Manifiesto
En el convento agustino de \\lttenberg. a fines del mes de
junio LerminR Lutero un manulCrilo de unu
70
piginu, cuyo
título, de conlenido espiritual
y
Ilolilico, patriótico a la vez,
reU
lOS";
A 1" "oh/u" cri&li"""
de
la
""ció"
Alem""a.
Eshbl
red~ctado
en la lengua del pueblo (Blljo alemán), para uso de
todo el pueblo, y fue editado a fines de agosto por Melchor
Lother con un tiraje de
cu~lro
mil ejemplares que se vendie·
ron en seis días, lo que prueba el poder impactanle del
opúKulo. Procede LUlero con energía a derribar los tres
mu ros con que el papado ha defendido la supremacía jurídica
de los romanista!. Frente a
la
jerarquía tradicional. l.icl y
ede:;iistica, de la sociedad hi$f.órica opone la nueva noblen
cristianl nacida en
la
nueva fe recener"d. que ,,1 predica y
que proviene inspiradamel\le de lo mis alto. Con el bautismo
todos los cristianos quedan consagrados sacerdotes: la nue...
función del
sacerdOCIO universal
anula la división entre déri·
gos y seglares, pue$f.o que dicha funcion se fundamenta en
una fe y en un
E~angelio
igual para todos por lo que toca a la
capacidad de adjudicar lo que es justo o injusto en relación
con la primera.
La segunda balTera o muro a derribar se fllnda en el prin·
cipio del libre
ex~me", ~n
"irtud del
c""]
compete a todos
interpretar la Santa
E~ritura.
Este principio dará BIas cristia·
nos reformados una libertad de movimiento y pensamiento
que les permitirá renovar o desechar
lorlo.
los impedimentos
forjlldos por dieciséis siglos de tradiClon e<:1t'$iástica católica.
La negación de los dos estados (espiritual y mundano) impli·
cará el repudio dt
toda
comuniución o mediación e<:lesiásti·
ca del hombre con Dios. Queda así tI hombre reformado en
una angustiosa pero vivifiunte
!IOled~d
en su contacto odia·
logo dramatico y directo con la divinidad mediante la fe. Con
esto d"ha Lulero
~
todos los hombnl5, por supuesto también
a los humildes,
l~
posibilidad de transhumani1;arse, de divini·
u rse por
SI
mismos mediante
la
sola
(Ides,
lo cual provocará,
sin dud a alBU na. la sublevación de los fiele5 contra la jerarquía
eclesiástica y contra los poderes politicos y civiles. Se intenta