de manera aislada, el contexto del que hablamos anteriormente no se limita al espacio comunitario,
sino que lo trasciende precisamente cuando se establecen relaciones más amplias con fa sociedad en
general.
Los indígenas, aunque sabemos que de manera subordinada y explotada se relacionan con los
mestizos y extranjeros porque forman parte de la nación mexicana, no son ajenos a los movimientos
sociales entorno a la lucha histórica contra los mestizos. Reivindican, entre otras cosas, sus territorios
originales donde residen también sus dioses; forman parte de la también subordinación y dependencia
que tenemos los mexicanos respecto a los paises dominantes que imponen un nuevo modelo de
desarrollo llamado neoliberal. Y es precisamente en este contexto nacional donde la
figura de
autoridad tradicional
pierde importancia o es minimizada.
Como sabemos, el derecho mexicano margina notablemente las costumbres étnicas, sobre todo por
esa acentuada centralización en la administración de justicia que al burocralizarse, en muchas,
ocasiones se opone a la sociedad
y
sobre todo a los grupos más vulnerables. Existen documentados
testimonios de esa relación desfavorable entre la sociedad
y
el derecho, entre el ciudadano y el
sistema judicial. Solo basta mencionar uno de los problemas nadales del sector rural mexicano -donde
desde luego incluimos las comunidades indígenas- que es el problema de la tenencia de la tierra, que
se ha caracterizado por despojos constantes de sus territorios desde la conquista española hasta la
actualidad.
Para el caso del reconocimiento de las autoridades indígenas la situación es muy similar. Si bien es
cierto, que en la mayoría de las poblaciones eligen a sus autoridades conforme a usos
y
costumbres,
siendo éstas legitimadas por sus respectivas sociedades y sobre todo, elegidas medi;;.nte mecanismos
más democráticos -como las asambleas o el voto directo-, tienen que ser reconocidas por las
cabeceras municipales, donde desde luego dominan los mestizos que pueden estar o no de acuerdo
con las personas electas y provocar conflictos y luchas dentro de la misma comunidad.
Además, son comunes los desacuerdos y prol:>lemas entre las autoridades tradicionales
y
las que
ocupan los puestos establecidos por la administración estatal y federal, aún siendo miembros de la
misma población. Esta situación ha originado que en algunos lugares desaparezcan los cargos
políticos tradicionales y solo rijan los poderes mestizos regionales, quedando solamente los cargos
religiosos.
~stos
últimos también entran en confrontación con la iglesia católica que cada vez más se
opone a la celebración ae las festividades de acuerdo a las costumbres de los indígenas; Sin
embargo, la historia ha demostrado que a pesar de años de evangelización no se han podido
desterrar muchas de las tradiciones festivas del México profundo.
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