donde se elevaba la altura para conservar la
suficiente presión en su distribución. Las con–
ducciones importantes contaban con un depó–
sito cada cinco o seis kilómetros, de modo que
las reparaciones no intenumpieran el abasto.
Los accesorios tales como los grifos, eran de
bronce, y las llaves tenían forma de cabezas
de animales. Se sabe que la construcción de
un solo acueducto en la época del emperador
Claudio en el año 41 d.C. tardaba alrededor de
catorce años, lográndose hazañas importantes
para la ingeniería de la época, ya que frecuen–
temente tenían que atravesar profundos valles
y construían puentes espectaculares como el
de Gard en N¡mes, con una longitud de 274
metros y una altura máxima de 32 metros, o el
de Segovia en España, actualmente en uso,
con una longitud de 800 metros. En la Britania
romana no había el tipo de acueductos utiliza–
dos en el continente europeo, pero existían las
"regueras", que eran canales aldescubierto los
cuales seguían los contornos de la tierra.
También excavaron canales a través de toda
Europa y construyeron acueductos para sus
provincias. Se hicieron obras para la navega–
ción, como en el caso del canal Rin-Mosa de
37 kilómetros de largo. Su hazaña más espec–
tacular fue el drenaje del lago Fucino, que
permitió añadir 20,000 hectáreas a las tierras
del emperador Claudio en una hondonada de
los Apeninos. Para esto abrieron un túnel de
5.5 kilómetros a través de las montañas, ré–
cord que no fue superado hasta el siglo
XIX.
Con la caída del Imperio romano de Occiden–
te, muchos de los acueductos fueron dañados
o destruidos, acabando con la opulencia en el
abasto de agua que habían logrado en suépoca
de esplendor'.
A partir del siglo
VI
d.C., los monjes cató-
licos impulsaron el desarrollo de la agricultura
y rescataron diversas tierras desérticas en nu–
merosas zonas de Occidente. En tiempos de
Carlomagno, en el año 800, se fundaron gran–
des abadías en Francia
y
en Alemania y fueron
las órdenes de los grandes monasterios, los
primeros terratenientes que adoptaron la me–
jora de las lécnicas agrícolas de la Edad Me–
dia. Dentro de éstas, fueron de gran importan–
cia las que correspondían al riego de los cam–
pos y al abastecimiento de agua para los mo–
nasterios
6
En muchos monasterios, el ala destinada a
los servicios de retretes y lavado, se situaba en
un piso más elevado
y
por debajo había un
desagüe que daba a una corriente de agua
desviada. Esta corriente de agua para el desa–
güe era un factor importante al planear la
ubicación del monasterio, y el cauce de la co–
rriente se dividía si era necesario, para que
corriera por debajo de los retretes, la cocina
y
la enfermería
1
.
En lo que respecta a las ciudades, los avan–
ces en la construcción permitieron la edifica–
ción de vivienda
y
puentes que comunicaron
las diversas regiones
y
estimularon el creci–
mienlo de las poblaciones. Hubo mejoras pa–
ralelas en cuanto a los abastecimientos urba–
nos de agua, mediante la reparación de
acueductos romanos y la introducción de tu–
berías de plomo,
y
en algunas ciudades alema–
nas del sur se usaron bombas de pistón movi–
das por ruedas hidráulicas, con estos fines'.
También florecieron en esta época, la cons–
trucción de pozos para extraer agua de las
corrientes subterráneas. Estos se excavaban
desde tiempos primitivos en las sociedades
árabe y egipcia del 1500 a.c., y se hacian
ahondando un hoyo en un lugar promeledor
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