eliminación de sus desechos. por lo que las
condiciones de insalubridad en las ciudades
del siglo
XVII,
propiciaron varias epidemias
que asolaron a la población.
Por lo que se refiere a la distribución del
agua en los siglos
XVII
y
XVIII,
eran comúnmen–
te utilizadas las cañerías de madera, especial–
mente de olmo, y a partir de 1750, se empeza–
ron a emplear tuberías de hierro colado en
Francia para el abastecimiento de agua al Pa–
lacio de Versalles, y en algunos lugares de
Londres y Edimburgo. El suministro no era
continuo y no llegaba necesariamente a cada
casa, haciendo todavía indispensable la pre–
sencia de aguadores ambulantes en las gran–
des dudades a finales del siglo
XVIII.
Al co–
mienzo del siglo
XIX,
los habitantes de una
calle de un barrio obrero, se consideraban
afortunados de contar con una sola toma de
agua donde ésta corría a períodos fijos durante
una hora al día. Los barrios de las clases
acomodadas podían contar con un suministro
a los pisos bajos de sus casas, desde donde los
criados la subían para las necesidades de uso
doméstico
ll
.
Durante la primera mitad del si–
glo
XIX,
la máquina para bombeo de agua,
destinada para las minas de Comualles y pa–
tentada por el ingeniero Richard Trevithick en
el año 1802, fue utilizada para que bombeara
el suministro de agua en las ciudades con
mayor presión, por lo que las tuberías de hie–
rro colado se generalizaron ya que resultaban
más resistentes y duraderas, además de ser
relativamente fácil su instalación dentro de las
casas. Durante la segunda mitad del siglo,
continuó el crecimiento de la población y la
industria dentro de las ciudades', por lo que se
manifestó un fuerte aumento en la demanda
en la cantidad y calidad del agua, llegando a
suministrarse en la ciudad de Londres a finales
del siglo, una cantidad de agua cinco veces
mayor que en 1848
12
El transporte de agua desde cuencas distan–
tes implicaba la construcción de acueductos
comparables a las de los romanos. El acueduc–
to de 82 kilómetros, construido entre los años
1839 y 1847 para abastecer a la ciudad de
Marsella, cruza un río a una altura de 91.5
metros sobre un puente de piedra de tres pisos
y 396 metros de longitud. En Nueva York,
entre 1885 y 1893, se abrió en la roca un túnel
de '48 kilómetros en línea recta desde Croton
Lake a Central Park, y aunque su sección
transversal de herradura de 15 metros cuadra–
dos supera por mucho la de los acueductos
europeos, la longitud de los de Thirlmere a
Manchesterde 155 kilómetros y los que surten
a Liverpool y Birmingham de alrededor de
115 kilómetros cada uno, es mayor que la del
neoyorquino
l
),
Debido a que las cañerías de las ciudades
desembocaban en los ríos cercanos, el agua de
éstos se contaminó poniendo en peligro la
salud de la población, por lo que se constru–
yeron alcantarillas que se limpiaban abundan–
temente con un suministro de agua más regu–
lar que el que provenía de las lluvias, y
acarreaba los desperdicios en suspensión por
vía subterránea para su evacuación final en
puntos bastante alejados del área urbana. Du–
rante la segunda mitad del siglo
XIX
se comen–
zaron a construir redes de drenaje en las prin–
cipales ciudades europeas.
Hamburgo, después de un gran incendio en
1843, fue quizá la primera ciudad importante
que construyó una red completa de alcantari–
llado. En 1863, París contaba con una red de
alcantarillado cinco veces mayor que en 1837,
83
1...,74,75,76,77,78,79,80,81,82,83 85,86,87,88,89,90,91,92,93,94,...151