Conclusiones preliminares
La serie de apuestas, a favor y en contra de la firma
del
TLC
notables en más de un caso por excesiva
ignorancia, se han desarrollado con apego a certi
dumbres, imposibles de demostrar, sobre los efec
tos que la operación de ese instrumento habrá de
producir en las sociedades directamente interesa
das y en los entornos latinoamericano y mundial.
Hoy, lo único cierto es la persistencia de la incerti
dumbre. Son escenarios inciertos: el fiíturo inme
diato de la economía mexicana, el de la estadouni
dense, la pertinencia del instrumento por suscribir
para ventilar y resolver controversias, el efecto de
los acuerdos "complementarios" sobre cuestiones
laborales y ambientales y el gran impacto de la
operación del tratado sobre los agregados macroe-
conómicos, tanto en las economías nacionales co
mo en la región, y sobre la cultura, la educación, el
medio ambiente, etc. Por lo que se refiere a la causa
mexicana, es necesario pasar revista a las fortalezas
y debilidades de la nueva función secundario-ex
portadora, en un ambiente definido por un fuerte
déficit comercial y por el difícil acceso a las llama
das tecnologías de punta; en este aspecto no juega
un papel menor la omnipresencia de las empresas
transnacionales, en las que descansa más de la
mitad de la exportación manufacturera "me
xicana" y un efecto mayor en las importaciones.
Para el propósito central de la política económica
desde 1982 -el combate a la inflación- resulta
incierta la posibilidad de hacer convivir los meca
nismos autoritarios de contención de algunos pre
cios clave, previstos en los llamados pactos de
concertación, con la pretendida vigencia del libre
comercio y la fijación, a través de la oferta y la
demanda, de los precios de insumos y factores de la
producción; resulta obvia la cercana eutanasia de los
pactos y la necesidad de promover una estrategia
productiva de combate a la inflación. Las enormes
diferencias con las economías de Canadá y Estados
Unidos, dramáticas en los sectores rural y financie
ro, recuerdan el sentido del permanente mercanti
lismo, enea- minado a producir el bienestar propio
a partir de la ruina del vecino. A la debilidad
productiva y a la falta de la tecnología necesaria, se
suman los problemas de un fuerte subsidio al in
greso de los productores, en las agriculturas de allá,
frente a una política mexicana centrada en el retiro
de subsidios y la confusa reorganización del circui
to financiero al campo.
Lo que aparece, en lo interno, como un vigo
roso sector de la economía, los servicios financie
ros, frente a los que disponen Canadá y Estados
Unidos, es menos competitivo que la misma agri
cultura de temporal, entre otras cosas, por las