En lo que respecta al comercio intrarregional,
resulta indispensable la diversificación productiva
nacional para cumplir con el difícil e inevitable
requisito técnico de las ofertas complementarias.
Continuar con la tradición de producir lo mismo,
especialmente en atención a los intereses de las
grandes empresas agroindustriales, conduce a la
posposición de un mayor intercambio intrarregio–
nal y a la conserración de una competencia que
afecta a los precios de las sobreofertas, especial–
mente de productos agrícolas susceptibles de ser
industrializados.
El camino cierto hacia la democracia y la paz,
transita obligadamente por la definición de una
base material estable, equitativa y creciente, con el
mayor empleo y la menor infiación. Estas propues–
tas se enderezan en el propósito de que las grandes
aspiraciones de los pueblos de Centroamérica, tras
largas noches de injusticia, guerra, crisis e incom–
prensión, cuenten con una sólida base económica
para la edificación real de las enormes y justas
esperanzas.
Desde la concepción estadounidense, plantea–
da en la
Iniciativa para las Américas
y recogida en el
Tratado negociado, a México corresponderá una
importante tarea de mediación con las economías
y sociedades de América Latina, que incluye el
fomento de la inversión en la región, el freno a la
inmigración ilegal, el recrudecimiento del combate
al narcotráfico y la elevación de la elasticidad de la
oferta agroindustrial y de manufactura intensiva en
mano de obra, que arranca con la ampliación de la
zona de libre comercio hasta el Panamá.
Las condiciones de inestabilidad política y de
confrontación militar en Centroamérica durante
los años ochenta, han producido la ampliación de
buena parte de los desequilibrios estructurales
de la región, añadiendo el crecimiento exponen–
cial de la inflación, el desempleo y el malestar
social, en un ambiente de reducción de la actividad
económica.
La inexistente complementariedad entre las eco–
nomías de la región, que prácticamente producen lo
mismo, ha conformado la más seria dificultad téc–
nica en la construcción de un mercado integrado;
cada economía nacional encuentra en países ajenos
a Centroamérica, principalmente Estados Unidos, a
sus más importantes interlocutores comerciales.
Al concluir las negociaciones del
TLC
de Nor–
teamérica, el gobierno mexicano inició las negocia–
ciones conducentes a la celebración de un Tratado
de Libre Comercio con los países centroamerica–
nos, con la sola excepción de Panamá, país muy
alejado diplomáticamente de México, y subordina–
do a los lincamientos del gobierno estadounidense,
tanto económicos como políticos, además de con–
tar con un gobierno de muy dudosa legitimidad.
La preocupación central del gobierno mexica–
no en la biísqueda de un tratado con Centroa–
mérica, se refiere a la ampliación de la elasticidad
de algunas ofertas exportables de bienes primarios
y agroindustriales, en virtud de la gran magnitud
del mercado estadounidense y de las ventajas com–
parativas con que cuenta la región, en el costo de
factores como los recursos naturales y la fuerza
de trabajo. En el terreno político, existe una seria
preocupación de Estados Unidos y del gobierno
mexicano respecto a la intensa inmigración ilegal,
a los territorios de ambos países, por parte de
muchos centroamericanos a los que han expulsado
de sus naciones la violencia y la miseria. En este
contexto, el tratado México-Centroamérica y la
llamada
Iniciativa de las Américas,
se orientan al
propósito de arraigar a la población a través del
fomento de la inversión y los empleos resultantes.
La estructura de la producción y, principalmen–
te, de las importaciones y exportaciones de los
países de la región, muestran una relación acorde
con el llamado mo d e l ó l e crecimiento hacia afue–
ra, fuertemente protagonizado por un sector pri–
mario-exportador, en el que las manufacturas
que tienen mayor dinamismo son las agroindus–
triales.
Buena parte de las importaciones están consti–
tuidas por bienes de consumo destinados a satisfa–
cer a las capas de mayor ingreso, en un ambiente
de mercado interno débil y en proceso de compac-
tación, en el que incluso la disponibilidad local de
energía, por citar un ejemplo, es insuficiente para
apoyar el proceso de diversificación productiva,
desde una perspectiva industrial, para detonar el
desarrollo económico regional. Otro tanto ocurre
con las comunicaciones, el comercio y el transporte
de mercancías.
Desde el punto de vista de la infraestructura, el
tamaño del mercado y financiamiento, todo indica