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LA IMAGEN POPULAR COMO ELEMENTO DE
RESISTENCIA CULTURAL.
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CONCLUSIONES Y BIBLIOGRAFIA
La imagen en tanto producto cultural, ha sido utilizada como
herramienta para la dominación y como elemento de resistencia. Por esta
razón, proponemos la revaloración de la imagen popular en términos de
conservación patrimonial por parte de los sectores especializados
(historiadores, cronistas, comunicadores, diseñadores, etc), bajo una visión
contextualizada, incluyente y renovadora que permita su inclusión en la
historiografía del diseño, con el fin de hacerlas más participativas en el
escenario de la globalización.
La inclusión de la imagen popular en la historiografía debe estar en
función de la riqueza y diversidad de sus expresiones, particularmente en el
contexto rural, pues a diferencia de los ámbitos urbanos, las imágenes
producen relaciones distintas: el arraigo a ciertos elementos ha facilitado la
sobrevivencia de los mismos a través de lo híbrido. También deben
atenderse los regionalismos como procesos naturales de oposición a los
modelos dominantes desvinculados de las realidades locales, y que por
tanto, no responden con la misma fluidez a las necesidades de
comunicación. Es necesario dotar a las comunidades de herramientas
útiles para que la apropiación y la explotación del patrimonio en términos de
imagen popular, se vea favorecida, considerando las necesidades
específicas y legítimas de los grupos.
(1) BORDIEU, Pierre; WACQUANT, Löic.
Las argucias de la razón
imperialista.
Barcelona 2001
(2) ORTIZ, Fernando.
Contrapunto cubano del tabaco y el azúcar.
Madrid,
1947. Pag. 103
(3) GRUZINSKI, Serge.
La guerra de las imágenes
. México, 1994 Pág. 38
(4) Ibidem. Pág. 49
(5) Ibidem., Pág. 69
(6) Ibidem., Pág. 19
(7) Ibidem., Pág. 53
(8) FREIRE, Paulo en
Cultura y resistencia cultural.
(Varela Barraza
,
Hilda,
compilador). México, 1985. Pág. 103
(9) GARCÍA CANCLINI, Néstor.
Culturas híbridas
. México 1997. Pág. 191
(10) Ibidem. Pág. 205
(11) FRAMPTON, Kenneth.
Hacia un regionalismo crítico: seis puntos para
una arquitectura de resistencia a la posmodernidad
, Cairos, 1985.
(12) GARCÍA CANCLINI, Néstor “¿Modernismo sin modernización?” En
Revista Mexicana de Sociología Año LI Num.3 1989 Pág. 187
La transculturación fue resultado de estrategias pensadas para la
sustitución de símbolos, con la desarticulación de la carga simbólica de
los ídolos existentes mediante su profanación y destrucción, lanzándolos
fuera de los espacios naturales divinos materializados en las pirámides, lo
que facilitó el desencanto de los indígenas y la consecuente aceptación
de las imágenes españolas: “tras el gesto deliberadamente transgresor y
profanador, se operó el inmediato restableciemiento del orden; se
transformaron imperturbablemente los templos, y los cleros locales
veneraron las nuevas imágenes” (4).
Si bien muchos indígenas, por miedo o por convicción, participaron
de la profanación y destrucción de los ídolos, otros resistieron a la
imposición ocultando ídolos, a los que en algunos casos, transportaron a
ubicaciones recónditas para establecer lugares de culto clandestino.
Otros fueron enterrados (incluso en las nuevas edificaciones católicas), y
otros más fueron disfrazados con los modelos simbólicos traídos por los
conquistadores (ver figuras 1 y 2). Algunos indígenas, siguieron
esculpiendo ídolos en la misma medida en que los españoles los
destruían. Otros incluyeron discretamente elementos relacionados con las
deidades prehispánicas: cráneos, serpientes, representaciones del sol y
la luna, (considerados de origen pagano en la tradición española) en
retablos y fachadas de templos católicos. Con ello se constituyó la “vía de
los sincretismos y los acomodos”, como la denomina Serge Gruzinski:
“las imágenes cristianas coexistieron con los ídolos en las casas de
numerosos “idólatras”. Los indios instalaron en medio de sus ídolos las
cruces y las vírgenes que les habían dado los españoles, jugando a la
acumulación, a la yuxtaposición” (5).
Factores como el desconocimiento del idioma y la cultura indígena,
centraron el proceso de conversión al catolicismo en la imagen al ser
ésta un instrumento de sencillo entendimiento, y por lo tanto de más fácil
aprehensión. La imagen se volvió un elemento de configuración de una
serie de relaciones de diversa índole(6). Particular atención merecen las
relaciones afectivas, donde podemos situar al símbolo si consideramos la
carga emocional producida por la significación que los grupos humanos le
otorgan.
Figura 2. Elementos relacionados con deidades prehispánicas: cráneo, y huesos.
San Luis de la Paz, Guanajuato.
De manera general, la configuración cultural de los individuos está
marcada por dos ejes, el de la educación formal (centrado en la escuela y
los ámbitos tradicionales de educación institucionalizada); y el de la
educación alterna, donde la construcción de los imaginarios colectivos es
fundamental (Diagrama 2). Es este último el nivel en el cual se afianza de
manera más sólida la obsesión figurativa de los españoles: “surgió, ante
todo, una educación del ojo que prefiere lo antropomorfo y lo figurativo, lo
identifica con lo significativo y se nutre afectivamente de una piedad
basada en las imágenes (7)”.
Si consideramos la invasión cultural como “la penetración que hacen los
invasores en el contexto cultural de los invadidos, imponiendo a éstos su
visión del mundo…indiscutiblemente enajenante, realizada discreta o
abiertamente” (8), podemos pensar entonces que las dinámicas surgidas
en función de dicha invasión, pueden ser la base de una reflexión en
torno a los instrumentos de los que se vale. La imagen es tan poderosa y
democrática (en tanto espacio público) que puede volverse también
instrumento de resistencia, más si esta presenta el carácter de popular.
Imagen popular y resistencia cultural
Al igual que en el periodo colonial, actualmente encontramos muestras de
resistencia basados en la imagen, especialmente la de tipo popular. Son
de nuestro particular interés los ámbitos rurales, en donde la imagen
popular probablemente se construye y se afianza con mayor fuerza y
claridad al plantearse dinámicas y relaciones distintas con respecto a los
instrumentos de dominación cultural.
En México, como en la mayoría de los países latinoamericanos, es
frecuente el descontento y la desigualdad social, producto de condiciones
económicas adversas. El malestar social puede generar movimientos de
resistencia ante la hegemonía de ciertos modelos. En términos de
imagen, esto implica la construcción de imaginarios colectivos como parte
de procesos de resistencia, sean conscientes o inconscientes, explícitos o
implícitos, pero centrados en relaciones distintas con respecto a los
instrumentos de dominación cultural. Por otro lado, la inseguridad social
estimula la defensa de ciertas imágenes como una esperanza dentro de
la sucesión de adversidades.
Las imágenes populares de resistencia son parte de la configuración
local del patrimonio, a veces determinadas por la revaloración desde
distintos ámbitos, particularmente el académico y el comunitario. Ante la
homogenización que el imperialismo cultural sugiere, es frecuente la
necesidad de replantear lo tradicional, para lograr una diferenciación, y a
partir ella, trascender y pertenecer. Esto parece ser más favorable en
comunidades rurales, que si bien son más propensas a las influencias de
los migrantes, también han dado luchas ejemplares contra la dominación
cultural.
Figura 1. Elementos
relacionados con deidades
prehispánicas: representaciones
del sol y la luna. Cruz, siglo XVI.
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