Introducción
Las crónicas, sean estas religiosas, de navegantes o de soldados, fueron
escritos que se hicieron pronto a raíz del descubrimiento del Nuevo Mundo.
Testimonios hubo desde los diarios de Cristóbal Colón, hasta las célebres
Cartas de Relación
de Hernán Cortés, pasando por los aguerridos escritos
tanto del padre las Casas, como las indagaciones históricas de fray
Bernardino de Sahagún. Estas crónicas dieron fe y testimonio sobre las
cosas y gente de la América española, aspecto que nos es de poca monta
debido a la trascendencia y novedad que para el mundo Occidental significó
este peculiar acontecimiento. Hecho casi paralelo en tiempo a la invención de
la imprenta, cuarenta años acaso los diferencia, los frutos de este
significativo objeto comenzaban a tener sus repercusiones en el mundo
europeo. Las crónicas del Nuevo Mundo se sumarán con particular énfasis a
este proceso, apareciendo con particular frecuencia a lo largo de todo el siglo
XVI prolongándose durante los tres siglos del virreinato, con otras
características y quizá atendiendo a otros problemas. Las razones que
justificaron su existencia no podían ser de menor trascendencia: territorios
nunca vistos, ni de los que jamás se había dado noticia, como refiere Díaz
del Castillo; pretendidos caminos hacia la fantasía desbordada, es el caso de
El Dorado, o las comparaciones inusitadas sobre ciudades portentosas por
ejemplo cuando se describió por vez primera a México Tenochtitlán, sin
olvidar, por supuesto, las múltiples y notables referencias que hicieron los
franciscanos sobre un amor extraordinario que por ellos, según su propia
referencia, hicieron los indígenas recién sometidos.
Los hechos fueron prontos tanto en América como en Europa y se
desencadenaron con peculiar premura: desde la ya referida invención de la
imprenta a mediados del siglo XV, las aventuras del espíritu encaminadas a
traducir y difundir la Biblia, la fundación de universidades, escuelas de
navegación, reformas al interior de las órdenes religiosas, entre otras muchas
cosas. Pocas veces el mundo ha conocido una vitalidad tan extraordinaria en
el terreno del pensamiento y los descubrimientos geográficos como la que
caracteriza a la época que posteriormente será llamada Renacimiento. Todo
ello permitió –entre otras variables- que un 1492 español se anunciara como
parte aguas no sólo para un país sino para el mundo todo; todo ello
anunciará una Reforma Religiosa que dividirá con base en las creencias que
parte del mundo alcanzará pronto el capital, la fase que viene, de otra que en
buscará en el pasado inmediato una consolidación que es meramente una
quimera. Alteración de ideas, redefinición de creencias: hasta la canalización
peculiar de la fama estuvo presente entre otras cosas sí, todo dentro del
mismo marco temporal, los mismos años. No será de extrañar que
encontremos reflejos en todas las fuentes primarias a las que de alguna
manera se hace referencia de estos hechos.
Responsable del Proyecto:
Mtra Ivonne Murillo Islas
Dr. José S. Revueltas Valle.
Participantes:
DI Eduardo Ramos Watanave.
Mtra. Blanca López Pérez.
DEPARTAMENTO DE INVESTIGACIÓN Y CONOCIMIENTO PARA EL DISEÑO.
ÁREA DE ANÁLISIS Y PROSPECTIVA PARA EL DISEÑO.
N 205
“¿Quienes son estos hombres tan pobres?” dirán los tlaxcaltecas al paso por su
ciudad, en palabras de Mendieta años después, repitiendo la palabra motolinía,
motolinía, apelativo que el célebre fray Toribio recogerá, hará íntimamente suyo, y
que literalmente quiere decir “el pobre”. Una peculiar interpretación de esta cualidad,
característica y orgullo de la orden desde su fundación, el impulso de ésta manifiesta
en la reforma encabezada unos años antes por Jiménez de Cisneros, a lo que se
sumó la seriedad con la que fue asumida su labor entre los indios, llevan a concluir a
la doctora Frost lo siguiente: “Lo que los franciscanos intentaron hacer en estas
nuevas tierras fue, ni más ni menos, que erigir una Iglesia purgada de todos los
errores y defectos que quince siglos habían acumulado sobre ella”. (Frost, Elsa
Cecilia,
Este Nuevo orbe
, México, Centro Coordinador y Difusor de Estudios
Latinoamericanos, Universidad Nacional Autónoma de México, 1996, p. 37)
Objetivo general.
Construir la historiografía franciscana del siglo XVI a raíz de la discusión precedente
en los últimos años caracteriza en esencia tres problemas que son de primera
importancia para la presente propuesta de investigación: uno, la continuación del
impulso en estudios sobre la orden que se origina, en los últimos años, con la
publicación del libro de Phelan y con los trabajos de Edmundo O´Gorman; dos,
revisar tanto las fuentes patrísticas como las cartas de religiosos del siglo XVI con
base en los nuevos marcos teóricos construidos en los últimos años dentro de un
debate por demás central, y, tres, vincular los dos problemas anteriores con la
construcción, contemporánea necesariamente, de los conventos novohispanos del
siglo XVI: cómo influye la cultura material, qué se puede desprender de las imágenes
de conventos, tanto en pintura como en arquitectura, que se encuentre sólidamente
emparentado con los escritos de los autores franciscanos referidos y cómo se
establece una necesaria interrelación en temas, problemas, preocupaciones. Y así
abordar la polémica sobre los escritos, los nexos franciscanos que se establecen
entre obra material construida y crónicas patrísticas aparecen como parte de un
ejercicio de investigación que resulta original dentro de la esfera del diseño. ¿Cuál es
el sustento dentro del pensamiento religioso franciscano que se materializa en la
construcción múltiple de conventos en la Nueva España del siglo XVI?
Justificación y Metodología, caracterización de objetivos específicos.
Partamos de la siguiente base: los puntos de coincidencia son varios en las tres
crónicas. Sean como ejemplos: el relato de la conquista, la llegada de los primeros
frailes, la relación que se establece con los indígenas, descripciones geográficas, las
formas en múltiples en que se difundieron las bases más sólidas de una religión
particularmente complicada, la interpretación histórica de los hechos inmediatos, y,
una revisión del pasado indígena inmediato, pasado que incluyó la construcción de
su propia visión del mundo, entre otras.
Dos grandes líneas así se pretende construir: primero: establecer los nexos más
trascendentes presentes en la historiografía franciscana del siglo XVI a través de los
escritos de los frailes referidos, y, dos, vincularlos con las líneas más acabadas de la
discusión en los últimos años entre los historiadores sobre esta crónica. Un tercero
se desprende de los apoyos que la cultura material, en concreto las construcciones
conventuales franciscanas del siglo XVI en la Nueva España, puedan sustentar o
refutar a alguna de las dos corrientes referidas. Para ello, un análisis iconográfico de
los discursos de algunos conventos aparece como aspecto inmediato y de primera
importancia.
Con este sesgo clara es nuestra posición ante el problema referido, y podrá decirse
que sobre la evangelización, o sobre las fuentes franciscanas ya hay mucho escrito, y
tendrán razón, pero es tarea de cada generación volver a plantearse el problema de
la historia y es parte de una visión original que se tiene de la historiografía, a la que
se agrega el simple gozo de hacerla, desde el campo de la cultura material y en
concreto del diseño. Nuestro producto será un libro.
En mayo de 1524 llegan a las costas de Veracruz doce frailes franciscanos,
frailes que quedarán plasmados en la capilla de profundis del convento de
Huejotzingo, y entre los que vienen Martín de Valencia, Antonio de Ciudad
Rodrigo, Toribio ya de Motolinía, Martín de la Coruña, y García de Cisneros.
Su llegada a la ciudad de México Tenochtitlán fue precedida por un peculiar
recibimiento en el que Hernán Cortés, acompañado de la nobleza indígena y
de sus más principales capitanes, limpia los pies de quienes se negaron a
subir a caballo hasta el altiplano, entre otras muestras de humildad.
La historiografía de la orden franciscana a través de
sus crónicas más representativas en la Nueva España:
fray Toribio de Motolinía, fray Gerónimo de Mendieta y
fray Juan de Torquemada y su materialización en los
conventos de la orden en el siglo XVI.
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