Tema y Variaciones 42 - page 71

Ezequiel Maldonado
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que intentaron recuperar sus tierras, en esa época, en poder del
Vicepresidente Moreyra y Paz Soldán. Los dirigentes fueron asesi-
nados y la organización desmantelada, verdadera imprudencia de
un Partido que aconsejó la invasión pues “El hecho que el dueño
sea Vicepresidente, lo obligará a actuar con prudencia” (p.148) El
Seminarista fue claro, “El Partido se había equivocado”. Los actuales
acontecimientos en los Andes Centrales alarmaron/entusiasmaron
al Seminarista y pensó que Pasco “era el ojo de la tormenta agra-
ria en el Perú” (p. 149); en atención a otro principio comunista de
la época, el centralismo democrático, acudió con el dirigente prin-
cipal del partido, el abogado Paredes, quien le recetó la prédica
de ese tiempo, “Seminarista: la revolución es el encuentro entre
las condiciones objetivas y las condiciones subjetivas. El motor de
la historia es la lucha de clases. La vanguardia de la revolución es la
clase obrera. La clase campesina nunca sobrepasa el reformismo.
El resto es aventurerismo. ¿Entiendes?” (P. 150). El calificativo re-
formista era benigno ante el que refería a su condición de clase
pequeño burguesa, por
aferrarse
a un espacio de tierra en su co-
munidad.
Junto con un discurso que reiteraba la desconfianza a la clase
campesina se conmina al Seminarista, “No discuta tanto. Vuelva a
su base, camarada” (p. 152) Ante tal dilema, “El Seminarista obe-
deció. En el convento también obedecía en silencio” (Idem). Ello
permite al narrador equiparar convento/partido y, de ahí, su per-
sonaje recuerda su tránsito por el “Seminario de los Redentoristas
del Cusco”. El paralelismo, entre convento y partido, le permite a
Scorza ironizar sobre tal paradoja y, a la vez, “intenta mostrar en
sus novelas el persistente sentido del humor de los derrotados,
como defensa ante la adversidad, para destacar su fortaleza psico­
lógica y su superioridad moral frente a cualquier desgracia”
7
No es
gratuito el silencio o indiferencia que gozó Manuel Scorza entre
sus lectores coterráneos y ante una crítica especializada; fue des-
pués de su muerte y con el arribo de ediciones españolas cuando
se le empieza a mencionar
8
. Este recurso humorístico, cual estilo
que lo identifica en su obra, rompe con la solemnidad y trascen-
dencia inherentes de una narrativa de corte indigenista.
7 
Dunia Gras (Introducción y Edición),
Manuel Scorza. Redoble por Rancas
,
Madrid, Cátedra, Letras Hispánicas, 2002, p. 104.
8 
Ibid.
, p. 13-14. La autora, Dunia Gras, llama a su capítulo “La conspiración
del silencio”
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