Elena Madrigal
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imagen, voz y caricia.
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Los deseos crecen
en cuarto menguante,
se adivinan sus destellos
en los objetos que nos rodean
y que inventamos para seguir
mirándonos en la luna del espejo.
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Para aludir a la unión corporal de las amantes y al lazo emocional
indivisible que hay entre ellas, el yo lírico se apoya en figuraciones
translúcidas. Así sucede, por ejemplo, en “V”, composición que
rememora a
Las canciones de Bilitis
por cuanto una diosa mítica
preside el encuentro lésbico, en un marco de piedras preciosas y
claroscuros:
En tu baño
el vapor confunde
nuestros cuerpos
que como odaliscas
danzan en las sombras
–pero son sólo reflejo y transparencia–
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y entre collares de diamantes
el agua se desliza
porque Afrodita nos enjoya con su
aroma y su luz en nuestro amor.
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“Juego de sombras” es otra instancia donde las amantes se refu-
gian en los juegos de luz, pero no para esconderse, sino para dar
lugar a la voz que ha de declararlas como tales y en unidad total.
En este caso, la luna ejerce las funciones protectoras y sanciona-
doras de la Afrodita del poema “V” a fin de que las amantes ha-
llen el lenguaje propio:
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Lunario (Siete lunas para Sandra
), p. 20.
24
Ibid
., p. 21.
25
Lunario
, “El baño de Afrodita”,
V
, p. 45.
Revista_43.indb 235
05/11/14 08:55