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Tema y variaciones de literatura 44
En la primera etapa su rechazo a nacer aparece en la frase la-
tina, emitida por primera vez por el santo, frase que une incons-
cientemente a los dos personajes. Crescencio la halla por casuali-
dad inscrita en uno de los relieves de la catedral que repara don
Mariano y le gusta para ponerla en la tumba de su amigo Baldo-
mero que “no se reía de nada”. Otro como ellos que la noche an-
tes de su boda, se suicida con su propio puñal, puñal soñado por
Crescencio. Y el santo que era hosco de niño, no aprendía a hablar
hasta que un día pronunció nítidamente sus primeras palabras, la
frase latina.
Ambos de manera inconsciente manifiestan su repudio a ser
expulsados del vientre materno que les prodiga seguridad, abrigo
y amor. De allí su rechazo a nacer, a ser desamparados, a hallarse
indefensos y a salir al mundo inhóspito y desierto. Ambos recha-
zan ser expulsados del vientre de sus madres culpables y protestan
al no hablar, como el santo, o bien, desolando al mundo, como
hacen ambos, Crescencio y el santo.
Crescencio al nacer, como hijo natural y pobre, siembra la de-
solación. Confiesa su madre Avelina: “Tu nacimiento me anunció
la muerte […], traías la muerte contigo. Los pájaros habían muer-
to de hambre”.
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Lo mismo sucede con el santo. El niño no llora
cuando la partera le asentó tres nalgadas para que llorara, se nie-
ga a probar la leche materna, decrece y se encoge al mundo.
Cuando crece no aprende a hablar, ni demuestra estar feliz, triste
o enfermo. Hasta que un día pronuncia nítidamente: “
Quare de
vulva eduxisti me
? Con el tiempo iba a crecer y a desarrollarse para
llevar a cabo su obra de destrucción”.
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Durante esa etapa ambos carecen de afecto de sus progeni-
tores y de sus vecinos. El santo no la recibe de sus padres, porque
ya están viejos, por eso le consiguen un preceptor, carente de
afecto, que le enseña el odio hacia el prójimo. En cuanto a Chen-
cho, jamás se menciona una expresión de cariño de la madre hacia
él, sólo su risa cuando se halla con sus amigos en la tienda.
En la segunda etapa, ambos causan la desolación desde su
nacimiento y la desarrollan durante su vida adulta. En el caso de
Crescencio, una mañana atrapó a un mosquito que no lo había
dejado dormir en la noche, “primero, le cortó una pata, luego una
22 
Ibid
., p. 49.
23 
Ibid
., p. 109.
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