Tema_y_variaciones_44_completa - page 79

Felipe Sánchez Reyes
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Posteriormente él ya no sale de su casa, “su cuerpo y su cara
se iban hinchando […] el mundo se iba quedando quieto […]
38
Era
una enfermedad que lo dejó paralítico de la cintura para abajo. Era
cáncer […] Sentado en un sillón del cuarto de su casa. Está solo,
enfermo y
sin amor
”.
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De este modo, tanto la hinchazón de su
cuerpo como del rostro indican que él está aferrado al pensamien-
to pasado y a su pena amorosa presente. Algo más, si él se queda
paralítico, indica que no quiere vivir el presente, modificar su acti-
tud pesimista, ni salir de los lugares cerrados: su casa, su pueblo y
el desierto de su alma, ni conocer a otras personas que le den una
visión diferente de la vida y lo ayuden a aliviar su pena.
Al contrario, se aferra al dolor, asume una actitud derrotista,
se estanca en su pasado, se rehúsa a salir y a tener contacto con
la realidad. Ante esta situación, su alma y su cuerpo protestan
ante la falta del objeto amoroso, él disfraza su pena amorosa y
echa la culpa a su padre, “lloraba porque ahora quisiera haber te-
nido un padre para decirle lo triste que había sido su paso por el
mundo, para preguntarle la razón de haberlo traído a esta tierra”
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y muere “sentado en un sillón del cuarto de su casa”. Muerto el
amansador, único ser que le daba sentido y alegría a su vida, él se
llena de miedo, de terror. Su cuerpo se queda paralítico, rechaza
ver pasar la vida a través de la ventana de su casa, como antes lo
hacía, se inmoviliza, se hincha y muere.
Su intento de suicidio inicial, ahora finalmente se consuma, al
dejarse morir lentamente en vida, sentado en el sillón de su casa.
Esto equivale al suicidio de amor, porque el objeto amoroso muere
y su vida con el exterior pierde sentido. Así, ante el amor no resuelto
con Berúmen, él se genera el cáncer, debido a la herida profunda y
al dolor guardado que le deja su amado, además se desarrolla por
un resentimiento con su madre, padre y la sociedad que no le pro-
porcionan afecto sino odio. Por eso cuando él muere nadie lamen-
ta su muerte, sólo su madre.
Mientras que el santo, al final, después de causar tanta deso-
lación, de acudir “a los prostíbulos de Jerez —de su piel brotaban
todas esas flores de carne, como claveles, como lirios sobre el de-
sierto de su piel—”,
41
de trabajar de alarife en la construcción de
38 
Ibid
., p. 74.
39 
Ibid
., pp. 78-79.
40 
Ibid
., pp. 75-76.
41 
Ibid
., p. 121.
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