El Zócalo fue lo primero que vi en la ciudad de México que me
causó una gran impresión. En el Metro uno se siente demasiado
encerrado, y luego uno tiene la sensación de emerger de las profun–
didades. Fue entonces que salí del subterráneo a este espacio enor–
me. Yo no tenía ninguna expectativa de la ciudad. Ni siquiera sabía
que el Zócalo era la Plaza Mayor de la ciudad . Yme sentí choqueado.
Aquel día no sucedía nada significativo en la plaza, pienso que sólo
estaba ese espacio gigantesco
y
vacío. Sólo tuve esa extraña percep–
ción de las escalas y las distancias, que me hizo sentir desorientado.
La plaza era tan grande y no había nada en ella. Estaba tan vacía
y
los
edificios alrededor eran tan enormes,
y
se veían ahora tan lejanos
que no había un sentido de la escala reconocible. Me hizo sentir como
si no supiera cuál era mi estatura ni cuán cerca o cuán lejos estaba
todo. Pero también las cosas parecían demasiado lentas, como si
vieses a alguien caminando en cámara lenta; los sonidos me pare·
cían sordos, de una manera extraña. Era como un sueño. Siempre
que regresaba a esta plaza sentía esa extraña sensación (entrevista
con Sticky, 27 de noviembre de 1997).
Cuando el visitante sale del Metro y arriba a la plaza, emprende un
viaj e en el tiempo: el moderno medio de transporte masivo está bajo
tierra, allí donde yace sepultado el pasado del Centro Histórico de la
ciudad. Arriba, en la plaza, tal como fue anunciado en las maquetas y
en los dibujos, uno se enfrenta al presente, que está determinado por
la práctica cotidiana en la plaza, pero también por los monumentos
históricos del periodo colonial. La estación el Zócalo se convierte en
un lugar en el que convergen esos distintos niveles temporales. En un
mapa cognitivo del Zócalo, en el cual se representa un corte transver–
sal espacial de la plaza con sus correspondientes divisiones tempora–
les, un meJdcano, habitante de la ciudad, visualiza esos tres niveles que
se superponen en el Zócalo de una manera muy peculiar. Las senci–
llas entradas del Metro, casi semej antes a agujeros que escupen a las
personas en medio de la plaza, parecen como oj os de aguj a abiertos
hacia el centro de la ciudad. El acto de emerger de lo profundo incide
en la primera impresión y en la percepción del espacio. El conoá
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