Los suicidad en la literatura - page 127

Roberto López Moreno 
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subterránea. ¡Tan pesada es la atmósfera, tan profunda la oscuridad! Lo
digo desde este 1838.
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Alejandro Dumas describía así la atmósfera que me rodeaba: “Su
hábitat podría ser, ni más ni menos, que un fumadero de opio de El
Cairo o un comedor de hachis de Argel”.
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Por cierto, se dice que
fueron mis viajes a esos otros puntos del planeta, a la otra latitud del
sueño, los que me acercaron más a las clínicas siquiátricas.
Leo esto y me causa sobresaltos ¿ésta es la existencia? “lo quise
saber todo y al final nada he sabido”. “Un domingo me desperté con
un dolor sombrío, fui a ver a mi padre y no lo hallé, vagué por ca-
lles, llegué a la iglesia de Notre Dame, fui a arrojarme a los pies del
altar pidiendo perdón por mis culpas. Pero algo en mí decía ‘la vir-
gen ha muerto y tus rezos son inútiles, Dios también ha muerto’.
Salí desconsolado, me dirigí a los Campos-Eliseos y luego a la Pla-
za de la Concordia, mi pensamiento era destruirme. En varias oca-
siones me dirigí al Sena con ese fin, pero algo me impedía cumplir
ese designio. Las estrellas brillaban, pero de repente me pareció que
se apagaban como las velas que había visto en la iglesia; creí que
los tiempos estaban ya cumplidos y que tocábamos el fin del mundo
anunciado en el Apocalipsis. Creía ver el sol negro en el cielo de-
sierto y un globo rojo de sangre por encima del jardín de Las Tulle-
rías. Me dije: ‘La noche eterna comienza y va a ser terrible’. ¿Qué
va a suceder cuando los hombres se den cuenta de que no hay
sol?”.
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Pero hay que cumplir. Para Séneca “el suicidio era un acto enér-
gico por el que tomamos posesión de nosotros mismos y así nos li-
bramos de inevitables servidumbres”.
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Y entonces van a decir: Nerval nació en 1808 y murió en 1855,
su sombra deambuló entre deshechos para liberar su alma en la calle
más oscura que pudo encontrar. Su vida y su suicidio anticipan a la
denominada “poesía maldita”. Su interés por lo onírico es preceden-
te del Surrealismo. El mismo término de “Surrealismo” denominó a
otra corriente poética posterior. Entre sus obras hay que nombrar el
7 
Visconde de Launay, 1838, citado por Shelley Rice,
Parisian Views
, 1997, p. 9.
8 
Véase Alejandro Dumas, citado por G. de Nerval, en “A Alexander Dumas”,
op. cit
., p. 155.
9 
Véase G. de Nerval, “Aurelia”,
op. cit
., pp. 431-432.
10 
Citado en “Resumen” del Congreso de Psicopatología y conducta suicida en la
adolescencia:
[Consul-
ta: 15 de agosto de 2013].
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