128
Tema y Variaciones de Literatura 40
que serán para entonces. Las excursiones constituirán lo ocioso, las
nostalgias inventadas, la automentira sostenida con tirantes necios,
la falsa evocación, el suspiro hipócrita. No hallará nada, todo esto
habrá desaparecido, sólo se mentirá conscientemente. En aquel Pa-
rís de turisterías no habrá quedado ni sombras (y él bien lo sabrá) de
lo que fue esta maraña de callejuelas deprimentes, transitada por el
pordiosero y el asaltante, en donde hemos comido los de hoy, este
pan oscuro que se nos vuelve cuerpo del suburbio mismo.
Yo soy el otro.
La Trezième revient… C’est encor la première
Vamos hacia el final que es ir hacia el principio. Se ha hablado de
mi interés por la cábala, en ella, el símbolo 13 es un esqueleto, la
muerte, con una guadaña, dedicada a segar hombres en un campo de
hierba tierna, donde cabezas y rostros jóvenes parecen estar porfian-
do desde debajo de la tierra y surgiendo así por todas partes. Es el
número de los cataclismos para que se pueda partir la tierra nueva.
Como porta una advertencia sobre lo desconocido y lo inespera-
do, adaptarse adecuadamente al cambio atraerá para beneficio la
fuerza de la vibración y reducirá los potenciales negativos. Está
asociado con el genio, con la ruptura de lo ortodoxo, con el descu-
brimiento.
El siguiente paso, el 14, se asocia a la comunicación magnética,
a la interrelación por la escritura, por la publicación, por la difusión,
por el anuncio, evangelante energía, espiritual dialogalidad, que in-
teraccionan los tiempos.
Entonces, en el paso 13-14 que se hace uno —uno del nuevo
13—, se está reiniciando, reciclando, reinventando incluso, estamos
reSiendo con la nueva novedad de enfrente que se convierte auto-
máticamente en la nueva novedad pasada. Aquí parte el recorrido
dibujando una espiral, más que un círculo. Ábrara, como se viene
de donde se viene representa el inicio del inicio; la partida, sin que
nada parta de la nada. El hombre-materia es ábrara del hombre espí-
ritu, el salto dentro de la espiral.
La Trezième revient…
Dejo lo escrito. Me interno en la oscuridad de un callejón sin es-
peranza alguna en el otro extremo. Algo ha pisado mi zapato ha-
ciéndome resbalar ligeramente. ¡Qué honda oscuridad! Me regresé
del Sena aquella vez, algo, quién sabe qué, me detuvo. En el si-
guiente episodio me negué a cruzar el Aquerón, el río de fuego, re-
huí al no retorno y por ello seguí arrastrando la desdicha. Me cim-
bré sacudido por el terror frente a los monstruos que se repartían a
Dios entre sus fauces. Bajo mis pies corre el agua oscura entre ex-
crementos y animales terribles, propios de lo sombrío. Soy el suici-