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Tema y Variaciones de Literatura 40
Después de quemarme las pestañas leyendo a
rlm
llego a la
conclusión —y voy a explicar a continuación la razón de ello— de
que el personal estilo de este poeta chiapaneco va a lograr el mila-
gro de la trascendencia.
Antes de aclarar el sentido de esta afirmación, creo adecuado ha-
cer notar que el mensaje-modelado-por-un-estilo puede ser predo-
minantemente formalista o preeminentemente social o ambas cosas.
Aclaración que permite decir que nuestro poeta va a lograr la men-
cionada trascendencia, ya que se mueve con igual soltura en el sig-
nificante de la conformación y en el significado de la comunicación.
Veamos por qué. Lo primero que me llama la atención en
De la
obra poética
de
rlm
—donde reúne 15 de los títulos de su poesía—
es el
desparpajo
con que escribe. Desparpajo que es para mí la sín-
tesis de la audacia y la espontaneidad. Me atrevería a decir que hay
aquí, como en los surrealistas, un cierto automatismo; pero no como
en ellos, donde el personaje central es el inconsciente, sino donde
juega ese rol la conciencia, si esto es posible, lo cual habla de una
envidiable capacidad asociativa. No es una poesía modosa y recole-
ta, sino un torrente de palabras, imágenes y figuras poéticas con la
exuberancia que caracteriza a las selvas de su patria chica. Este des-
parpajo se da aunado a un afán de búsqueda de lo nuevo, lo insólito,
lo original. Pero no se trata de una “avidez de novedades” sobreim-
puesta y artificiosa, sino que fluye de manera natural como un rasgo
específico del estro armónico del poeta. Lo primero que este afán
decide cambiar, lo que está más a la mano, son las palabras. Un es-
píritu inquieto como el de
rlm
no puede respetarlas y ser un confor-
mista miembro de número de la gramática tradicional. De ahí que
en su “Verbario” (alocución que recuerda el “Palabrario” de nuestra
querida Norma Bazúa) haya neologismos como “vociferomano-
tear”, “isadorar” y tantos otros. De ahí, asimismo, que los juegos de
palabras sean el pan nuestro de casi todos los poemas. Sirvan de bo-
tón de muestra estos dos: “Silvestre en las revueltas de la música” y
“sonetos son netos sonidos”. Cuando la metamorfosis es el primer
mandamiento del demiurgo, todo puede sufrir un vuelco y la imagi-
nación lucir su musculatura. Ponto un caso. Sólo a
rlm
se le podría
ocurrir mostrarnos, a la mitad de un poema, una fingida conversa-
ción entre el poeta Juan Bautista Villaseca —excelente portaliras
rescatado por Roberto— y Lezama Lima. Y algo más sorpresivo:
únicamente Roberto transmite, imita, parodia, un soneto “gañeñe”,
es decir, hecho en el lenguaje cavernario con que, como le consta a
Arturo, nos comunicábamos los poeticistas.