Los suicidad en la literatura - page 271

Enrique González Rojo Arthur 
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Poeta multifacético,
rlm
muestra su versatilidad no sólo en los
aspectos líricos que he descrito, sino en el dominio incuestionable
de todas las técnicas tradicionales y modernas de la práctica lírica.
Lo mismo confecciona sonetos que décimas (las lezámicas), el ver-
so clásico y el verso libre. Es, pues, un indudable y sólido maestro
en los aspectos puramente técnicos del entramado lírico.
Roberto, por otro lado, tiene un profundo amor por la naturale-
za. No es, sin embargo, un paisajista. Se acerca siempre a la reali-
dad natural antropomorfizándola, con una percepción inquisitiva y
una inocultable actitud filosófica. Hace todo eso, afortunadamente,
bajo los auspicios de Erato o de Polimnia. Veamos. Vuelve los ojos
hacia arriba y encuentra que “
un relámpago se ahoga en su propia
sorpresa”.
Sintoniza su atención y descubre una parvada de
“pája-
ros que gritan al viento/jeroglíficos sonoros”.
Sospecha entonces
que existe una “
ortografía del viento”
que es necesario descifrar.
Torna los ojos hacia abajo y da con un caimán que “
paladea el idio-
ma de la gula”
o con un riachuelo que camina con dificultad, poco
a poco, lo cual le hace decir bellamente: “
El río no se va, avanza/
tan sólo una lágrima”.
Lleva los ojos hacia abajo, decía yo. Pero al
hacerlo no cesa de encontrar la poesía, el hombre y el misterio en
las formaciones físicas: “
Si levantás una piedra —
dice—
ahí está
Sabines”
y no deja de advertir cómo la sociedad va domesticando a
la naturaleza: “
El tigre de su jungla deja un gajo de él/maullando
sobre el sofá”.
Para tener una visión conjunta de las cosas, lleva la
vista primero de arriba abajo, con lo que cae en cuenta —lo dice
con una expresión emotiva y exacta— de “
las azules leyes de gra-
vedad”,
y después de abajo arriba, con lo que rememora los saurios
que “
se convierten en pájaros, para que la tierra vuele”
y columbra
cómo “
cuatro zopilotes se elevan/para inventar de nuevo/los puntos
cardinales”.
El entorno natural no deja de generar en
rlm
inquietudes que he
llamado filosóficas y es que él, que se considera “
un pequeño ma-
nojito de asombros”,
sabe en su fuero interno “
que no hay tiempo
para aprender el idioma de las piedras”.
Como lo hace con sus miradas a la naturaleza —en que echa
mano de imágenes precisas y brillantes—, Roberto se enfrenta a
todo tipo de temas: musicales (por ejemplo, la espléndida descrip-
ción de la guitarra, el recorrido por las compositoras importantes o
la exultación de la
V sinfonía
de Shostakovich), filosóficos (verbi-
gracia, el breve poema que corre así: “
Pero qué es un hombre,/nada/
comparado con el infinito/y todo/comparado con la nada./Viene a
1...,261,262,263,264,265,266,267,268,269,270 272,273,274,275,276,277,278,279,280,281,...306
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