Jorge Gallo García
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Durante mucho tiempo, la narrativa sufrió el destino de ser considerada
primero, a partir de una mal comprendida
Poética
de Aristóteles, como
mímesis, como simple imitación de la realidad; y, más tarde, durante el
neoclasicismo, no sólo como imitación, sino como medio de enseñanza
y espejo para elevar la moral… Por esta razón, la novela moderna, a
partir de Don Quijote, pareció estar condenada “
per saecula
”, a ser juz-
gada por las categorías de la moral y la realidad más inmediata.
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Simbolismo como parte fundamental
del Romanticismo
El Romanticismo nace como una corriente contraria al cientificismo
imperante en el siglo
xix
, donde la obsesión por reproducir la reali-
dad de manera fotográfica se ve manifestada en el neoclasicismo,
corriente que si bien es cierto, vanagloria a la Ilustración y al des-
pertar de la ciencia, la razón y el conocimiento, de la larga noche
que representó la Edad Media y el oscurantismo, también es cierto que
terminó por despojar de todo sentimiento y subjetividad a la activi-
dad artística.
El mundo medieval estaba regido por el dogma y la fe; para lle-
gar a la verdad sólo era necesario contar con una esperanza a prueba
de balas, que aguantara cuestionamientos y embates de pensadores
que pusieran en tela de juicio lo que la Iglesia y las propias Escritu-
ras señalaban como válido. Las ideas ilustradas, la industrialización
que trajo el uso masivo de máquinas en la industria detonó la repen-
tina aparición de pensadores y científicos que tiraron cantidad de
mitos con los que había existido la humanidad. El Siglo de las Lu-
ces terminó con la concepción sobrenatural del mundo medieval,
dando paso al mundo de la razón y el conocimiento. Las manifesta-
ciones artísticas fueron afectadas por este arrebato racional, que no
alcanzó a entender que la ficción y el sentimiento forman parte indi-
visible e incuestionable de la actividad artística.
Si bien es cierto que la actividad literaria debe guardar una es-
trecha relación con el mundo que la rodea y con el cual el autor fue
capaz de crearla, también es cierto que debe expresar el mundo in-
terno –que muchas veces es más oscuro e intrincado que la propia
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Jaime Valdivieso,
Realidad y ficción en Latinoamérica
, México, Joaquín Mor-
tiz, 1975, p. 16.