Jorge Gallo García
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la sabiduría”.
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Queda de manifiesto en
El Balcón
, donde Tario ex-
pone la historia de madre e hijo, él afectado por una extraña enfer-
medad que hizo que la cabeza le creciera de un modo descomunal, y
ella con sabiduría y resignación, asume su papel, encontrándole otro
sentido a su existencia, apartándolos del mundo exterior, encerrán-
dolos en una existencia que parecería monótona y asfixiante, con el
niño sentado en una silla colocada en el balcón, viendo con cierta
indiferencia a los demás niños corriendo, jugando y aventando pie-
dras al agua.
Se habían quedado solos en el mundo y esto les hacía sentirse absoluta-
mente felices.
Les parecía que el mundo entero les pertenecía, que el mundo en
toda su inmensidad era suyo, aunque ambos tuvieran del mundo una
impresión en extremo discreta. Para ellos dos el mundo era poco más
que su balcón, su casa y aquella solitaria calle —la principal—, a la
cual miraban todas las tardes, todos los días, quisieran o no, pero a la
que rara vez salían pues ello era como evadirse del mundo, escapar de
su felicidad y exponerse a perderla, un buen día, para siempre. Madre e
hijo, a su manera, convenían en que permaneciendo en la casa prote-
gían su dicha, defendiéndola de todos los riesgos.
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El espacio se reduce al balcón, pero no lo realiza el autor mediante
una narrativa castrante y asfixiante, que arroja a los personajes a
terminar recluidos en el único sitio donde puede vivir un niño con
esa deformidad; el espacio se comprime porque ellos así lo deciden;
es ahí, en ese microcosmos donde se encuentran felices y se crea un
lazo afectivo-sicológico entre ambos; entre el niño que necesita de
la madre para poder sobrevivir y ella que lo procura y lo protege,
extendiendo así el proceso de gestación.
Un elemento que caracteriza al Romanticismo es precisamente
la enfermedad, el mal en la salud como elemento de maldición o de
castigo. Enfermedad que en Poe llevó al
Sr. Valdemar
(
El extraño
caso del Señor Valdemar
, 1845) a ser tratado por un charlatán que
practicaba la pseudociencia conocida como hipnosis.
Es común todavía oír, bajo el influjo de una cierta concepción románti-
ca del artista (no debemos olvidar que el romanticismo está unido a la
7
J. Chevalier,
op. cit
., p. 1074.
8
Francisco Tario,
Cuentos completos. Tomo II
, México, Lectorum, 2003, p. 214.