Los suicidad en la literatura - page 284

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Tema y Variaciones de Literatura 40
idea de misterio, de enfermedad y de muerte), que éste sólo después de
haber conocido el sufrimiento puede producir grandes obras. “Le falta
sufrir”, suele comentarse de un artista el cual la ejecución predomina
sobre los sentimientos y el contenido.
Sin embargo, esto que parece un prejuicio bastante corriente en el
hombre común, refleja una intuición muy sabia, con raíces muy profun-
das que trasciende la esfera del arte y del artista, y penetra en la antro-
pología, en las religiones primitivas y en la teoría del conocimiento.
Son numerosas las culturas primitivas en las cuales se le atribuye
al dolor, al sufrimiento, a la enfermedad y aún a los trastornos menta-
les, poderes especiales sobre ciertos hombres llamados “shamanes”,
que son al mismo tiempo sacerdotes, médicos, hechiceros, zahoríes y
poetas.
9
En este caso, el humor negro y la ironía, tan comunes en Tario rom-
pen con el modelo de una narrativa que pudiéramos considerar
como “convencional”, donde la madre se viera atormentada por esa
extraña y silenciosa enfermedad que gradualmente termina con la
vida de su hijo; por el contrario, ese mal es lo que los une, los aísla
del mundo, terminando por crear su propio mundo en el balcón de
su casa.
El sueño, elemento repetitivo en Tario, crea una realidad alter-
na donde la madre se fuga y expresa sus temores, sus ansias y sus
deseos. “En su sueño, el niño dormía; mas a un tiempo, su cabeza
crecía, crecía y estallaba de pronto. Simultáneamente el cuarto se
llenaba de mariposas las que escapaban volando de esa infortunada
cabeza.”
10
Retomando la narrativa “tradicional”, el lector podría espe-
rar que al estallarle la cabeza, siendo ésta el símbolo del mal, de
la maldición y del grillete de la madre, salieran volando bichos y
alimañas, elementos viscosos y malolientes, putrefactos, usar lo es-
catológico, lo grotesco como recurso narrativo, sin embargo salen
volando mariposas, y con esto la mujer pudiera terminar de una ma-
nera definitiva con esta maldición, pero no es así, el sueño es pla-
centero y reconfortante aunque raro y extraño, y el ciclo se cierra
y comienza nuevamente, poniendo a los personajes en su realidad
monótona y cotidiana; el niño sentado en una silla, mirando al jar-
dín y hacia la calle, y la madre viéndole con amor y calma.
9 
J. Valdivieso,
op. cit.
, p. 24.
10 
F. Tario,
op. cit.
, p. 218.
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