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Tema y Variaciones de Literatura 40
co: ‘aquel coro en que alzaba / su voz de impúber soprano / bajo el
compás de las misas de Eslava...’; y López Velarde: ‘Unas voces
núbiles / y lentas ensayaban / en un solfeo cristalino y simple / una
lección de Eslava’”.
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Llama la atención que Paz no advierta que,
aunque el tema parece el mismo (el ensayo de una letanía), el senti-
do de la única palabra en verdad coincidente en ambos poemas,
“Eslava”, tiene para ambos poetas un sentido distinto, lo que parece
claro que buscó deliberadamente López Velarde (debió sopesar las
posibilidades poéticas sin aprovechar en los versos del poeta espa-
ñol), pues disfraza el contraste con la sutil sustitución: “lección de
Eslava” no es lo mismo que “misas de Eslava”. En el segundo caso,
se refiere a las misas en la región de Navarra, España, sin mucho
más que agregar (el tedio impera sin contrapesos, como en la mayor
parte de la poesía de González-Blanco); en el primero, al rito cris-
tiano al que da eco dicha palabra, se agrega la alusión a una estrate-
gia de ajedrez, la defensa “eslava”, en la que en vez del tedio, lo que
aparece es una velada intriga amorosa (el “solfeo” no es precisa-
mente lo que ensayan las “voces núbiles”. Los versos son del poe-
ma “¿Qué será lo que espero?”). Experiencia semejante a la apunta-
da en unos versos posteriores de su última etapa (“Despilfarras el
tiempo”, de
El son del corazón
), en el que “la lección de Eslava”
peligra de convertirse, ahora sí como en los versos de González-
Blanco, en una “vacua intriga de ajedrez”.
Más allá de estas interrogantes, lo cierto es que el amor de Ló-
pez Velarde a un imposible amor, definido en sus orígenes como
Fuensanta (fuente de santidad, simplemente), sumará después el im-
posible regreso al edén extraviado: “Mejor será no regresar al pue-
blo, / al edén subvertido que se calla / en la mutilación de la
metralla”,
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ya bajo el drama de la Revolución, cuya influencia so-
bre el poeta, más allá del balance literario y estético, es decisiva,
pues, como a tantos, lo obliga a migrar de su provincia, en un viaje
sin regreso, pero que le otorga, en el vértigo de una capital plena de
sensaciones eróticas, mundanas y estéticas, el descubrimiento de
un desdén manso de las cosas / y una emoción sutil y contrita que reza.”. Los tres pri-
meros versos son de “La bizarra capital de mi estado” y los siguientes cuatro de “La
tejedora”,
op. cit
., pp. 146 y 164. Véase O. Paz,
op. cit
., p. 15. En su ensayo de 1950,
“El lenguaje de López Velarde”, al citar a “La suave Patria”, dice: “El poeta canta ‘a
la manera del tenor que imita la gutural entonación (sic) del bajo’”. Ediciones van y
vienen y así han quedado las citas. Véase,
ibíd
., p. 83.
14
Ibíd
., pp. 15-16.
15
“El retorno maléfico” (Z), p. 206.