88
Tema y Variaciones de Literatura 40
revés: la conciencia como efecto de los sentidos, de la percepción
de lo real con los cinco sentidos. ¿Conocería la idea nietzscheana de
que sólo lo intuitivo es verdadero? Sí, aunque en el poeta se inscribe
en su juego verbal de sustituciones en el que la “corazonada” se re-
fiere, también, al ritmo del corazón, al “son del corazón”. En lo or-
gánico del ritmo, en su sístole y diástole, se advierte el ritmo de la
historia que se resume en su propia conciencia —conciencia que se
vuelve universal— en la que el lenguaje habla en él:
Mis hermanos de todas las centurias
reconocen en mí su pausa igual,
sus mismas quejas y sus propias furias.
Soy la fronda parlante en que se mece
el pecho germinal del bardo druida
con la selva por diosa y por querida.
30
En su alma habría operado, en el proceso revolucionario, un fenó-
meno paralelo al vivido unos años antes. No es tanto la pérdida de
la provincia lo que sugieren muchos de sus versos, especialmente
en los de
Zozobra
(1919), sino del sentimiento cristiano de comu-
nión (en él, comunión y provincia tienen un sentido semejante, más
que castidad y provincia), tan presente en
La sangre devota
. Su via-
je sin regreso a la capital, su “zozobra”, es el descubrimiento de la
soledad, al modo del
flâneur
de Baudelaire, la soledad en medio de
la multitud, en la que descubre, como una suerte de compensación,
una sexualidad y un erotismo litúrgico, anónimo y solitario, donde
rondan las huríes de “grupa bisiesta”, las de “la hoguera carnal / en
la vendimia”, que se le aparecen, sobre todo, en la antigua calle de
Plateros (el escenario preferido de sus últimos años), en donde se le
encuentra al poeta a todas horas.
31
Las mujeres galantes que ofrecen
sus dones, por horas, en las carretelas que tanto lo interrogan y lo
hacen cautivo del cauterio de esa calle, en su imaginario, prodigio-
sa. Una soledad que, en el fraseo de Villaurrutia, consistirá en vivir
en la tensión de “dos vidas opuestas”
32
(amar a mujeres con las que
30
“El son del corazón” (SC), p. 245.
31
“Plateros... San Francisco... Madero... Nombres varios para el caudal único,
para el pulso único de la ciudad. No hay una de las veinticuatro horas en que la ave-
nida no conozca mi pisada. Le soy adicto, a sabiendas de su carácter utilitario, por-
que racionalmente no podemos separarla de las engañosas cortesanas que la fatigan
en carretela...”, en “La avenida Madero” (DF), p. 473.
32
X. Villaurrutia,
loc. cit
.