Tema y Variaciones 42 - page 152

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Tema y variaciones de literatura 42
fraudulenta en provecho del partido gobernante. Esto hace que
Mamita yunai
sea un relato de aventuras porque José Francisco
debe remontar pantanos, platanales, selvas y ríos en pos del rui-
noso sitio en donde se instalarían las mesas de votación.
La elección de Talamanca para porfiar allí por la limpieza de la
elección no es gratuita. Esa zona fue asiento de un poderoso gru-
po indígena que se opuso ferozmente a los conquistadores. En el
tiempo de la novela son un puñado de indígenas alcohólicos, ig-
norantes y sojuzgados por los mestizos:
Para sojuzgarlos resultó vano el halago e inútil la amenaza; inútil tam-
bién desorejar, en la vieja metrópoli colonial, a centenares de indios
prisioneros. No lograron, entonces, domar la Raza, ni los habilido­
sos frailes con sus escapularios y oraciones, ni los valientes soldados
de España con sus espadas, arcabuces, cascos y corazas.
La doma, el embrutecimiento del indio, la destrucción de la raza
bravía, quedó para otros conquistadores mil veces menos valientes,
pero infinitamente más crueles y rapaces que aquellos españoles ¿y
más arteros!: para los conquistadores imperialistas yanquis, secun-
dados por criollos serviles. Y para otros tiempos: para los gloriosos
tiempos de la República democrática y libérrima.
Los gringos de la United no trajeron arcabuces ni corazas. Tra-
jeron muchos cheques y muchos dólares para corromper a los gober-
nantes venales y adquirir perros de presa entre los más descastados
hijos del país (…) Entró la locomotora y sacó millones y millones de
frutas para los gringos. Y mientras en la capital de la República los
criollos imbéciles o pillos aplaudían la obra civilizadora de la United,
en Talamanca corría el guaro, el sudor y la sangre también.
3
Cuando el protagonista ha viajado en ferrocarril –que fue llevado
a la selva pantanosa para sembrar y sacar el banano–, remontado
la montaña, el río Sixaola con sus rápidos y se ha mantenido a dis-
tancia de la selva que bordea las orillas de los ríos y cerca los plata­
nales, el lector piensa que Fallas es dueño de una gran habilidad
narrativa. No era un hombre culto, pero “tenía madera”, como se
decía antaño. Es claro, además, que su capacidad para nombrar la
naturaleza tiene que ver con su conocimiento de la geografía,
la flora y la fauna.
3 
Ibidem
, p. 65.
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